Me voy a inventar una historia. Voy a inventarme que hay un compañero de trabajo que me tiene envidia, que me odia y que está constantemente esperando que caiga para ayudarme a caer de nuevo. Y si hace tiempo que no caigo, ya intentará él poner los medios para que lo haga. porque siempre, de forma más o menos velada, está ahí ponerme la zancadilla y hacerme daño. Alguien que trata de que en público quede menospreciado. No me va a costar tanto. Y en casa, en las comidas, lo voy a contar. Voy a contar los intentos de esta persona por despreciarme y lograr que los demás menosprecien mi valía. En definitiva, voy a explicar sus intentos por hacerme daño. Y también voy a contar como intento esquivar su inquina y como me defiendo, con inteligencia, sí, pero también con sarcasmo y con firmeza. Y como, si las cosas se pusieran feas, acudiría a mis superiores a informar de lo que ocurre. De momento la parte de que antes de eso es probable que le hiciera comerse una grapadora me la guardo. Lo demás, no. Porque, hijo, el patio de un colegio no es tan diferente al de una oficina...
24 de febrero de 2012
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