En la Ventana de la Ser, Genma, una vez terminado el boletín informativo y viendo el siniestro cariz de la actualidad, propuso que los oyentes compensaran con sus historias la mala pinta que tenía el día. Que llamaran para contar cosas buenas que les hubieran pasado. La primera llamada fue de una madre. Dijo que intentaría explicarse, si le dejaba la emoción. Nos contó que aquella tarde, su hija, de tres años y con parálisis cerebral, se había sentado por primera vez en su vida, como los indios aclaró, de forma independiente, pudiendo utilizar sus manos ella sola para alcanzar un juguete...entonces se hizo el silencio. Durante unos segundos ni la madre, ni Genma, ni los tertulianos fueron capaces de articular palabra. Yo tampoco. Porque la emoción casi siempre se construye en silencio. La felicidad es subjetiva, y las cosas importantes son las que son. Y punto.
27 de febrero de 2012
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