2 de febrero de 2012

EN LA BOCA

No sé si os habéis parado a pensar alguna vez lo que nos metemos en la boca. Y no voy a hablar de sexo (y no es por falta de ganas). Imagina que te digo que te metas en la boca, no sé, veinte gramos de xilitol, después un poquito de glycerin, algo de malitios, un poquito de mannito, después que le des un lametazo a una soya lecithin y un mordisco a un poquito de potassium acesulfame ¿qué me dirías? pues que me metiera todo ese galimatías por donde amargan los pepinos. Y podría engañarte, bastaría con que me aceptaras un chicle. No sólo me inquieta la cantidad de mierda que podemos tragar voluntariamente, que en el fondo no es sino un entrenamiento para aceptar la vida política que nos ha tocado, sino que me genera sorpresa la cantidad de cosas que hay en un chicle ¿hace falta tanto? Al final no me extraña que adviertan de que el consumo excesivo puede causar efectos laxantes (literal) ¡ con tanta mierda ! Leer los prospectos es como entrar en la cocina de un restaurante, el mejor camino para el ayuno. Así que, a abrir la boca y a cerrar los ojos...y ahora sí que hablo de sexo...

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