Hoy me pedía el cuerpo no escribir nada. He echado un desganado vistazo a las ideas que dejo en el cuaderno del blog y ninguna me ha seducido. Son ideas que se me ocurren aquí y allí y están como damiselas esperando a que las saque a bailar. Pues hoy no tengo ganas de bailar. Prefiero pensar eso a que las damiselas no son lo suficientemente guapas. Y pensando en eso, en no pensar, me ha dado por pensar, que pensar es lo importante. Dicen que los hombres tenemos una capacidad innata de la que carecen las mujeres y que algunos llaman el cajón de la nada, y es que somos capaces de no pensar en nada, o lo que es lo mismo, no pensar. Pues yo debo haber cruzado mi genética con alguna mujer porque no puedo no pensar. De hecho me cuesta conciliar el sueño porque Morfeo me ata a la vida con ideas y más ideas, me tiene agarrado por las neuronas y no corto el hilo ni con un cuchillo jamonero. Y cuando lo hago me da la impresión de que es porque él se ha cansado, no por mi capacidad para buscar el cajón de la nada. Me duermo sin dejar de pensar. Desde fuera seguro que todo ocurre como el lejano rumor del mar, que poco a poco se te mete dentro hasta formar parte de tí y dejas de escucharlo. Algo así debe ocurrir entre las sábanas y mis pensamientos, que mecidos por mis ronquidos se diluyen por las almohadas sin que yo sea consciente de haber dejado de serlo. Y lo reconozco, algunas veces cuando me despierto lo hago con resaca, como si me hubieran sobrado un par de ideas. Ideas que algunas veces intuyo fueron buenas y que después intento renegociar con Morfeo, pero es éste un tipo duro, un secuestrador sin escrúpulos que rara vez cede. Y las pierdo. O eso creo, porque en el fondo ¿fueron alguna vez mías?
28 de octubre de 2011
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2 comentarios:
Pues entre el pensar y no pensar el relato te ha quedado muy bien....y veo ala derecha el rescate de otras entradas y me digo y te digo:estaba chulo el trastero en llamas de los lunes ehhh?
Se me ha ido volando un ala...uff
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