Alguien me preguntó el otro día "y eso de El Trastero ¿qué es?" Y la verdad, más allá de un blog en el que escribo no supe que decirle. Los artistas (y los que nos damos de serlo) tienen, normalmente, un problema y es que no saben venderse. Siente una extraña vergüenza sobre su propia obra. Imaginaros a un pintor mientras alguien escrudriña su obra, además de la tensión, tendrá la timidez de quien puede terminar recibiendo elogios. Pues algo así me pasa a mí con mis novelas, que me incomoda que alguien me diga que son buenas, que le han gustado, que son una pasada...idem con el blog. Ahora que hemos superado las 50 mil visitas este año (¡¡¡ 50 mil !!!) y que El Trastero es como mi tercer hijo ¡ no sé que es ! He pensado que quizá sea como un bar. Sí, yo el cliente habitual que cada tarde se sienta y pide lo mismo, una cervecita con su sagrada tapa, y entabla una conversación animada con el camarero, un tal señor Trastero, muy amable y buen escuchador de chascarrillos y anécdotas. Uno día será la política, otro el deporte, alguna vez algo que le haya ocurrido a su hijo, su opinión sobre el conflicto palestino, sobre el 15M, o cualquier tema que la cerveza, la tapa y la buena conversación les invite a poner sobre la barra. Sí, ese es mi rincón, una esquinita de un bar cualquiera donde yo le cuento al camarero alguna que otra cosa cada día, y tú, que estás al lado, tienes ganas también de escuchar ¿una cervecita?
26 de octubre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
A mi me encanta escucharte... así que debo tener vocación de camarera. Y como no te gustan los elogios, no te diré lo bueno que eres y lo bien que lo paso los ratitos que comparto en El Trastero. Eso si, no lo dejes nunca.
Creo que sin haber escrito una novela, aunque esté en el intento, sin tu enorme capacidad lo de contar todo lo que cuentas, así entre trago y trago entiendo bien lo que dices. A fin de cuentas no hace tanto que salí tímidamente del armario y empecé a decir que escribía, a buscarme la vida para aprender a hacerlo lo mejor que pueda. Fue un paso que me permitió conocer tanta gente con la que sentirme cómoda y alguna muy buena amistad. Pero sí, me sigue dando vergüenza cuando alguien, como esta noche en una cena, me dice: Me gustó este relato, sentí que estaba allí (es un poco verde...el relato que no ella o tal vez sí). Bueno, que felicidades por este bar que nos has abierto.
Publicar un comentario