3 de octubre de 2011

SEGREGACIÓN ESCOLAR

Mucho se ha escrito, dicho y visto sobre este tema. Quienes defienden la segregación por sexos aseguran que el rendimiento académico es mayor. Y no lo dudo, entre otras cosas porque me importa más bien poco. En sociedad no prima el bien del individuo, sino el del colectivo, y si segregando se logra que la mitad de las niñas rindan académicamente mucho mejor, eso puede suponer, así, desde la lógica matemática, que la mitad de los chicos lo harán peor. Desde mi punto de vista, a años luz del esperancismo privado y elitista,  la escuela, como complemento de lo que la sociedad y sobre todo familia debe lograr, es un espacio no sólo para la acumulación de conocimientos o la creación de supergenios preuniversitarios, sino un lugar global donde los niños (en plurar) reciban conocimientos mínimos, pero también donde se les imprima las nociones básicas de lo que es vivir en sociedad. Y la sociedad es plurar y sexuada, con dos géneros inseparables, pese a quien pese. No debe ser casualidad que en España, donde por suerte no hay escuelas públicas segregadas, la gran mayoría de los apneas 150 centros (privados o concertados) que ofrecen la distinción de sexos están vinculados a la religión católica. No es casualidad. En definitiva, como ha titulado el último estudio fiable que se ha hecho sobre este tema, con un argumento que yo tildaría de axioma: las aulas deben ser mixtas, como la vida. Pues eso.  

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