DIFAMA QUE ALGO QUEDA:
Lo consiguieron con Pablo Iglesias primero y con su mujer después. Con un acoso a nivel familiar intolerable (sigo sin entender cómo, como sociedad, hemos sido capaces de tolerarlo) han conseguido que la pareja, asqueada y con miedo a perjudicar de manera seria a sus hijos, haya abandonado la política de primera línea. Supongo que en las profundidades de las cloacas, con sus crucifijos relucientes, sus estampitas de la Virgen y las entradas del palco de las Ventas a buen recaudo, se repantigan cómodamente con la sensación del deber cumplido. Ahora lo han conseguido, o van camino de, con el presidente. Un peldaño más. La gota que parece haber colmado la paciencia de la familia es una denuncia interpuesta por un oscuro sindicado vinculado al derecho (muy a la derecha del derecho...), que, aportando como única prueba recortes de prensa, de los que ni se han molestado en cribar aquellos que sus propios emisores desmintieron posteriormente, quieren judicializar la vida privada de la mujer del presidente. Yo, como la única certeza que tengo son mis sensaciones, y de ellas no me bajo, creo que, en este país, o gobiernan los de siempre, la derecha más o menos moderada, más o menos militarizada, o hay mierda, sobre mierda, sobre mierda, hasta que el ciudadano medio tiene tal sensación de ahogo que acude a los cantos de sirena de salvación, porque es que si no...nos hundimos todos. Llevamos décadas hundiéndonos sin hacerlo, y, aun así, sigue funcionando la cíclica estrategia.
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