Me encanta cuando los micros dejan un regusto de humor...
LAS GAFAS:
Lo malo no era que se le hubieran
caído las gafas. Tampoco que estuviera arrodillado, palpando con sus manos la
tierra, desesperado, intentando encontrarlas. Ni mucho menos ese murmullo creciente
a su alrededor. Lo peor de todo era que no le hubiera hecho caso a su madre: pero
¿cómo vas a ser torero tú, hijo mío?
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