ES EL CAPITALISMO:
Hay una especie de revuelo moral, con el caso Koldo y con el de la pareja de la inclasificable presidenta de esta nuestra comunidad. La geste se rasga las vestiduras apelando a la moralidad, porque este tipo de personas, y otras muchas que lo hicieron dentro de la legalidad y que por eso no se cuestiona, se enriquecieron mientras el mundo entero se estremecía por un dolor y un miedo global sin precedentes. Pero yo no veo nada nuevo, es la misma historia de siempre. Los que se enriquecen con la guerra, con la muerte, con el dolor ajeno bajo el paraguas del libre mercado ¿no está, sino, alcanzando el olimpo del capitalismo? En eso consiste, en saber sacar tajada de la situación, en aprovechar las debilidades ajenas, el miedo, la ingenuidad, lo que sea, para meter la cuña y colar tu producto, lo más caro posible para aumentar beneficios que, como sabemos, nacen de la diferencia entre los costes de producción y su retorno en forma venta. Las moralidades son para los filósofos y los perroflautas que deben vivir, no conviene olvidarlo, en pisos alquilados en barrios pobres o incluso en habitaciones en casas con baño compartido. Yo no me sorprendo de la inmoralidad del capitalismo ni de sus practicantes. Lo estudié en su día y mi propia existencia le da la razón a mi formación académica. No entiendo, ni entenderé jamás, al peón, al obrero, al currito que lo defiende. Pero eso ya entra en el ámbito de mi cojeras. Lo demás...es el capitalismo, amigo, es el capitalismo.
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