11 de abril de 2023

 DALAI, SUMA Y SIGUE: 

No creo en las casualidades. Cuando el rio suena es que agua lleva. Además, algo tendrá el agua cuando la bendicen. Sin ser muy riguroso la mitad del refranero me encaja en el cabreo. Quienes me conocen saben que mi ateísmo es politeísta. Es decir, partió desde mi profunda creencia cristina, de ahí que mi rencor, más que justificado, y mi conocimiento personal, hagan que critique mi ex religión con un encono especial. Pero eso no evita mi recelo, por no llamarlo repelús, a cualquier religión. Y me da igual sus principios y sus finales. Además, llevo tiempo con la impresión de que, al igual que los clubs deportivos, las religiones son un escondrijo ideal para cierto perfil de desgraciados. Los datos pretéritos son indiscutibles, pero al presente no hay que perderle el paso. Me diréis, viendo la foto que el colgado, que soy un exagerado, pero vuelvo a la primera frase de este post, no creo en las casualidades. Creo que las personas mayores, en algunos casos y/o momentos, pierden el pudor y se dejan llevar, "desnudando" su realidad más intrínseca. No, no tengo pruebas, pero la intuición, como es una herramienta de uso personal y este rinconcito con cojera no tiene un compromiso ineludible con la verdad, la utilizo como me place. Y desde esa atalaya de la subjetividad pienso que el beso que le pide, exige, desde su posición de superioridad, el Dalai a un niño (beso con lengua), además de asqueroso, es paradigmático y, si me apuráis, debería ser un delito del que tendría que responder ante la justicia (humana, que de la divina se fie quien quiera). Esto lo dice un rencoroso. Sí, pero es lo que hay. 






1 comentario:

Anónimo dijo...

Tíbet era un país teocrático dominado por los curas budistas. Las tropas de la República popular China consiguieron liberarlo.