13 de junio de 2008

PRINCIPIOS

Recuerdo la última huelga general (en tiempos de Aznar) como uno de los momentos más tristes de mi vida ideológica. Fue una bofetada de realidad que me zarandeó durante meses. Ya, sé que exagero, pero es lo que tiene ser como soy: que hago lo que hago. El caso es que estaba subcontratado en una empresa. Como auditor externo aunque llevaba más de dos años haciendo el mismo trabajo. Creo que en esos dos años renové unas diez veces mi contrato temporal. El caso es que llegó una huelga con la que yo estaba totalmente de acuerdo. Quería hacerla. Pero tuve miedo. Hablé con mis compañeros y la respuesta de casi todos era la misma: en tu situación yo vendría a trabajar. ¿Cual era mi situación?, las teóricas puertas de un contrato fijo. Me acochiné en tablas, renuncié a mis principios y fui, con un enfado tremendo, a trabajar. Unos meses después las puertas del contrato fijo se cerraron y las que se abrieron fueron las de la calle. Ahora estoy trabajando en otra empresa, tengo contrato fijo desde el segundo mes y muy poquitas quejas con respecto al trato que he recibido. ¿Para qué mentir?, creo que he dado tanto como he recibido, y eso es todo lo que puedo esperar de mis jefes. Y sigo teniendo mis principios, que son que mi vida privada está por encima de la laboral, que mi familia es lo primero y que ciertos valores como el descanso (las vacaciones) y los horarios son incuestionables. Ahora, según un amigo, acabo de dar el primer paso como jefe (que más o menos es lo que soy): volverme idiota. No le culpo por sus reproches, después de décadas de aguantarme soflamas contra el patrón. El caso es que en menos de un mes he ido a trabajar (una reunión de tres horas) en un día de vacaciones, he vuelto a hacerlo otro día (otras tres horitas) en mi baja paternal y lo que es todavía más grave, me he llevado trabajo a casa. ¿He renunciado a mis principios?. Pues sí y no, según se mire. Nadie me ha presionando ni me iban a cuestionar por no haberlo hecho. Lo hice porque me interesaba. La reunión era clave para mi nuevo puesto, el día que tuve que ir mientras la baja paternal fue en parte culpa mía por permitir ser el único en la compañía en saber realizar un complejo y clave proceso mensual. Y el trabajo que me he traído para casa es creativo, de análisis y si soy sincero y despojo de dramatismo todo esto, de los que me gusta hacer. Si no lo hacía ahora tendría que hacerlo deprisa y corriendo a la vuelta, disfrutando mucho menos y con un resultado mucho menos espectacular. Podría no haber hecho ninguna de estas tres cosas, pero me hubiera quedado fuera de juego, hubiera complicado la vida, y mucho a mis compañeros, y no podría haber seguido demostrando porqué estoy donde estoy y empiezo a tener las responsabilidades que tengo. A lo mejor todo esto forma parte del proceso en el que me voy volviendo más conservador (tengo más que conservar ahora que con veinte años), me hago mayor, pero ni mucho menos siento que me estuviera traicionando, no he sentido esa desazón, me he sentido más libre, como si de verdad tuviera las riendas y decidiera. Con aquella huelga no, con aquella huelga me sentí atenazado por el miedo y no me lo he perdonado. Todavía no.

7 comentarios:

Pedro dijo...

Así que eres jefe, vas a currar los días de baja, tienes movil con cámara...
Cada vez te pareces más Groucho.

ralero dijo...

El miedo es un sentimiento humano que nunca deberíamos juzgar, ni en los demás ni en nosotros mismos. No cabe culparse por tenerlo ni, quizá tampoco, felicitarse por no tenerlo. Eso sí, qué difícil puede resultar a veces liberarse de injustos sentimientos de culpa.

Abrazos.

Larrey dijo...

Bueno, soy un jefe garrafón, de momento.

Anónimo dijo...

Pedro J. me he recordado una frase de Groucho Marx, con cariñito para tí,Larrey, je je:

"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros."

y perdónate, criaturita,

Besos

NÚRIA dijo...

Larrey perdona pero empiezas a hablar como mi marido, k también tiene un puesto " de responsabilidad" k tb "se lo ha kurrado para estar dónde está" k " tiene móvil con el cuál está disponible para su empresa las 24h." cosa k yo pienso k eso no tiene precio ni con su "plus" en nómina por ello...En fín, igual me equivoco o tu mujer seguramente no piense lo mismo.Espero que "vuelvas" a TUS PRINCIPIOS de verdad, por mucha responsabilidad k tengas en tu trabajo, si la empresa es grande no dejas de ser un número más.Saludets.

Larrey dijo...

gracias Nuria, de momento no hemos llegado a eso (ni lo tenemos en mente), odio los móviles y más si fuera de empresa. Mi trabajo no me obliga a estar "operativo" 24 horas (gracias al cielo). Y mi pareja es empresaria, así que casi es al contrario, soy yo el de la opinión.

Elena dijo...

Si ayer lo comentaste, yo no estaba delante. ¡me parece bien que se reconozcan los esfuerzos, dedicación y trabajos!, al ego "laboral", hay que darle de comer, de vez en cuando, y esto sienta muy bien.

bss