6 de octubre de 2022

 DROGAS Y CULPA:

Cada vez que voy a comprar droga me siento culpable. Sí, camino por la calle como si fuera desnudo. Me da la impresión de que por la acera me miran y piensan ahí va, el Larrey otra vez al vicio. Creo que hay tres servicios recurrente que repelo con irracional encono: echar gasolina, cortarme el pelo y la compra de mis dosis. Me gustaría reprimirlas las tres. Con la melena vamos por buen camino (teletrabajo mediante), con el gasoil más o menos lo mismo (idem) pero con las drogas...ahí llevo una mala racha. Y no me hagáis sentir más culpable. No es nada fácil convivir con el dolor, como diría el poeta, quien lo probó lo sabe. Por eso cada cierto tiempo acudo a mi proveedor (-dora, en este caso) con mi tarjetita de la Sanidad Pública y pido mis apechusques para el dolor. La mascarilla no ayuda, la verdad, porque ella sabe quien soy y le da a todo un aire todavía más clandestino. En fin, me gustaría no depender de la química, y trato de cuidarme, sin obviar que mi vicio por la espuma resta, pero os aseguro que el dolor recurrente, cuando no crónico, es incompatible con ciertos principios. Si, lo de siempre...

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