25 de octubre de 2022

 PROTESTAR:



Parto de una premisa casi histórica: ningún derecho se logró sentado en un sillón. El ruido, la lucha, incluso la violencia, son moneda de cambio para avanzar. Es así, negarlo sería absurdo. Eso no significa que todo valga. Lo digo por las protestas que se han realizado recientemente contra obras de arte. Y no me vale el argumento de que los cuadros no tienen la culpa de la desidia gubernamental y social generalizada contra el cambio climático. Porque tampoco tenían culpa los contenedores quemados de aquellos derechos logrados en marchas sindicales. Es simplemente lo colectivo, lo efímero y lo eterno. También harían ruido, mucho ruido, yendo a un famoso parque natural y talando el árbol más famoso. Pero no se les ocurriría, porque el árbol es insustituible. Eso pasa con una obra de arte. Es única y nos pertenece a todos. Un contenedor, al final, es una partida presupuestaria. Ocurre que mi pareja, hablando sobre esto, me preguntó si creía que era casualidad que todos los cuadros atacados estuvieran protegidos por un cristal, lo que ha hecho que la obra en sí no sufriera ningún daño. Porque la verdad, casi siempre, se esconde en los detalles...

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