Que dice Josito que ya no se viaja en diligencia. Debe ser que en su barrio la tristeza viaja en AVE. Y lo que es mejor, los féretros se teletransportan y las tareas administrativas relacionadas con la muerte (de un familiar), como el Metro de Madrid, vuelan. Ayer, en una reunión de empresarios, colegas del director de relaciones laborales de la CEOE daban su opinión sobre las desafortundas (en eso hubo acuerdo) palabras del señor De la Cavada, que opinaba que cuatro días por la muerte de un familiar fuera de tu residencia eran demasiados. No pude retener el nombre, pero un hombre de avanzada edad, elegante y con pinta de empresario de los de antes, con voz sostenida por el esfuerzo, soltó una verdad que debería pesar como plomo sobre las modernas conciencias de los empresarios de hoy en día: el empresario quiere siempre que sus trabajadores estén felices. Pero si es un axioma que hasta el más simple de los autónomos conoce: trabajador puteado = problemas. Es lo que tiene la ley de la oferta y la demanda, que cuando llega al extremo en el que la oferta de mano de obra es infinitamente superior a la demanda, el empresario tiende a creerse el sheriff del pueblo, el pistolero más rápido del Oeste, y se llega al temido efecto exprimidor: exprimo, exprimo y exprimo y cuando el currela no puede más, que me den otro que estoy calentito. Y no se dan cuenta de que, obviando la cuestión humana y moral, hay una realidad práctica: si todos los curritos estamos currando de sol a sol y andamos más secos que la mojama...¿quién va a comprar sus productos? Estos nostálgicos del medievo podría quedarse con la parte de la moral cristina que habla de la solidaridad y no del valle de lágrimas, porque parece que vernos a nosotros, los que sacamos adelante sus flamantes juntas generales de accionistas, esos que hacemos que sus consejeros delegados no sepan ni el dinero que tienen, seamos felices les genera un error de sistema. Y volvemos al exprimidor, trabajador que sonría otra vuelta de tuerca, que aguanta más. Estos tipos sueñan con trabajadores como el chino del chiste que va a una oferta de trabajo. El empresario le dice que el trabajo es duro, muy duro, porque se trata de trabajar doce horas al día. A lo que el chino responde: pelfecto, pelfecto, media jolnada, lo que yo buscaba...
19 de junio de 2013
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1 comentario:
Sabia que no te podias quedar callado .totalmente deacuerdo
Como trabajadora -empresaria que soy me da una vergüenza ajena terrible . Cada vez que alguien ha sufrido una desgracia en mi trabajo , siempre le he dicho que volviese cuando pudiera , ni dias ni leches , por encima de todo hay que ser humano leñe.Que por desgracia a todos nos toca enterrar a alguien
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