Fátima Báñez ha dicho que espera que hoy, que se conocerán los datos de población activa, muchos españoles puedan tener una buena noticia. Es cierto, puede que hoy, justo hoy, cientos de españoles empiecen a trabajar, pero también habrá otros cientos que serán despedidos y, con suerte, no se cumplirá la premisa de José Mota de las gallinas que entran por las que van saliendo. Este ombligismo de escaño, esta parte por el todo politiquera e infantil, me recuerda lo que pienso desde hace años, y es que los políticos viven en un mundo paralelo, donde, por cierto, los cubatas están a muy buen precio. No me imagino, Fati, la ilusión en ese hogar de cuatro o cinco parados esperando al ministro de turno diciendo, eh, que hemos bajado en 600 mil personas el paro este mes. Ahí, gritando, como en pleno gol de Iniesta, oe, oe, oe, oe, oe, 600 mil...No, Fati, el ciudadano tiene un día a día que está lejos de esos datos fríos. Los ciudadanos viven la nómina decreciente, la angustia sombría de perder la casa, el dolor de haberla perdido o la tremenda desazón de estar condenando a sus hijos a un futuro de penurias. El paro tiene una sombra muy alargada, y bajo esa sombra vivimos todos, los que ya están dentro y los que tenemos miedo a terminar a su cobijo. Sabemos que ustedes son mouriñistas a los que les importa más el resultado, la foto, la encuesta, el dato, que el ciudadano medio, pero por favor, no nos lo dejen tan claro. Va camino de ser endémica en el tipo de a pie la sensación de además de cornudo, apaleado. Hoy, y entiéndame lo que le digo, sus datos nos importan una mierda en tanto en cuanto lo que significan para usted. Y es lógico, después de tantos meses con encuestas de población dándole por culo, tenía ganas de que hubiera números que la hicieran sacar pecho, así que si los meses malos salíamos a explicar con días de retraso, esta vez vamos a hablar del dato con premeditación y alevosía. Pero como siempre se alimentarán de ellos los políticos como usted y el tertuliano de turno. El resto seguiremos empleando el tiempo con lo único que sabemos hacer: trabajar. Y si no nos dejan, quemándonos las pestañas hasta perder la dignidad por encontrar espacio en el mercado laboral. No sea tan egocéntrica y tan simple, que nos avergüenza a todos.
4 de junio de 2013
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