Con la historia de Ruca, estuve recordando los muchos personajes míticos que tienen cada barrio. Aluche (o Campamento), el mío, tuvo uno por excelencia. El anonimato y el momento histórico (movida madrileña y nacimiento del grafitismo en el foro) ayudó a que Muelle fuera un mito entre nuestras calles. Juan Carlos era un tipo, unos años mayor que nosotros, que trajo al barrio algo que por aquel entonces nos sonaba a gueto neuyorkino: el graffiti. El Bronx ejercía de canto de sirena y todos queríamos ser los reyes del barrio chungo. Muelle representaba la rebeldía hecha pintura. Su productividad y su logo, de corte casi profesional, facilitaron la invasión y el salto a la fama misteriosa. Raro era ver un muro del barrio o incluso de Madrid en general, sin una pintada de Muelle. Con su creciente fama todos decían conocerlo, como quien conoce a un fantasma. Porque con doce años decir que eras amigo de Muelle en mi barrio era un prestigio. Después llegaron los imitadores y la ciudad, como lo es ahora, se llenó de mediocres que tratan de impulsarse por encima de su nimiedad a base de letras sin sentido. No digo que Muelle lo tuviera, pero, como Los Beatles en la música mundial, sin que la calidad estuviera muy por encima del resto, hicieron historia por hacer bien lo que hicieron en el momento oportuno. Eso mismo ocurrió con Muelle, estuvo en el lugar oportuno en el momento oportuno. Un cáncer se lo llevó, en un par de años hará 20, de una manera fulminante. Los que fuimos de su barrio y lo conocimos sin haberlo conocido, seguimos viendo una pintada suya y sintiéndola como nuestra, con su punzadita de nostalgia preceptiva. Yo hice mi pequeño homenaje en forma de breve aparición en una de mis novelas. No se me ocurrió otra cosa.
24 de abril de 2012
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1 comentario:
¿no te acuerdas del "plata"? sin el lado artístico del muelle, lideraba una pandilla de chavales y perros que deambulaba por el parque de aluche....
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