5 de enero de 2025


Por causas ajenas a mi rutina he estado algo desconectado del mundanal ruido. Más allá de los petardos. Vamos, que no me he enterado de casi nada. Acabo de saber que dos asociaciones de cavernícolas van o han denunciado a TVE por el tema de la estampita del Gran Prix y el Gran Poder, y nunca mejor dicho. Y no me extraña, lo que me hubiera sorprendido es la tolerancia desde la caverna. Es interesante, pese a todo, ver como estas asociaciones no levantan acta de los miles, cientos de miles de casos de pederastia en la Santísima Madre Iglesia, pero se me rasguen las vestiduras por una estampita. Tienen la piel selectivamente ultrafina. Me recuerdan a otros que aplauden cuando se saca a las mujeres de las universidades y las casan con abuelos a los quince años pero que consideran una ofensa merecedora de pena capital una caricatura de su Dios. Mismo perro, distinto bozal. Yo no tengo intención de educar a nadie, pero el gobierno es el gobierno, y la justicia debería ser la justicia. Así que, siendo aun profano en la materia, me parece ridículo que el erario público, nuestra justicia, gaste una sala, folios, goma de borrar y profesionales pagados por todos, en semejante patraña. Si pica, que se rasquen, que ya va siendo hora. Tengo una extraña sensación de involución, que es como una resaca, de esas que te deja tonto en el sofá. Pues ahí ando, en el sofá, oliendo la naftalina y el misal a lo lejos...miedo, tengo miedo...

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