Y seguimos la semana con un cuento, con cierta moraleja...del primer mundo, por decirlo de algún modo.
EL
MULTIMILLONARIO:
Agbar, que según el último ranking Forbes,
había escalado al top ten de personas más adineradas del planeta, apura su copa
de coñac estratosféricamente caro y mira a sus amigos con aires orgullosos.
Acaba de contarles que ya puede dormir tranquilo, por fin ha terminado la construcción
del bunker antinuclear en su mansión. Última y carísima tecnología. Pero ha merecido
la pena.
- Pues sí, amigos, me ha costado una
millonada, pero ahora me preocupa menos que los rusos y los americanos se
pongan a la gresca. Con la edad y el dinero me he dado cuenta de que la vida es
nuestro bien más preciado, que en realidad no tiene precio. – ha masticado esa
última frase.
- Estoy contigo…- Alfred, aunque
amigo íntimo, es competencia comercial en buena parte de sus empresas, así que
guarda un duelo, entre sano y enconado, que traslada a casi todos los órdenes
de la vida. – Ahora, con tanto tiempo y con tanto dinero ¿qué vas a hacer? Algo
se te habrá ocurrido.
- Pues sí, la verdad, estoy a punto
de cerrar un exclusivo viaje submarino en el Titán para visitar los
restos del Titanic…
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