EMPEZAR UN LIBRO:
No es solo el olor, ese maravilloso aroma a aventuras por leer. Que también. Es una especie de ritual. Me di cuenta ayer. Terminé "Fin de temporada" de Íñigo Martínez de Pisón. Que si algo me ha demostrado, vais a perdonarme la arrogancia, es que no estoy tan lejos de los profesionales de la literatura. Al menos de algunos. Tenía diez minutos y podía empezar una nueva. De las que tengo en la recámara me he decantado por Ray Loriga, porque el título, "Cualquier verano es un final" me tiene fascinado. Tenía el libro en la mano y me pareció que 10 minutos de lectura era un desprecio. Esa primera página me gusta leerla después de oler el libro, de acariciar la tapa, de ver la portada con detalle, recordar lecturas anteriores del mismo autor, cotillear por la red si hay películas, premios, respirar hondo y lanzarme a la aventura. Diez minutos es una falta de respeto. Así que ahí la tengo, deseando terminar la jornada laboral, que incluye las tareas propias de mi condición de padre y amo de casa, y encontrar como mínimo media hora de tranquilidad, quizá con algo de música, con suerte con mi peludo sentado, cerquita, para que pueda rascarlo entre página y página. Entonces sí, entonces tendremos tiempo para empezar la lectura de un nuevo libro. El único riesgo es que se me cruce alguna ocurrencia audiovisual que me robe el ocio...y barruntan, en ese sentido, tormentas de chascarrillo.
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