MIEDO AL SIDA:
El sida se llevó al gran Mercury. Lo personalizo porque acotar ayuda a darle sentido a lo que tiene implicaciones globales. Su muerte, y la de otras personalidades de su altura, ayudó a que el miedo al sida se extendiera entre quienes no éramos, en teoría, población de riesgo. Es posible que sin estos mediáticos fallecimientos, los que no éramos homosexuales o consumidores de droga inyectada, no hubiéramos tenido tantas precauciones. Y eso hubiera agrandado el drama de una enfermedad instalada en el infierno colectivo de toda una generación. No sé si se puede considerar una pandemia, pero la vivimos como tal. Una pandemia acotada a ciertas actividades; y nos condicionó ¡vaya que si nos condicionó! El preservativo pasó a ser, como las llaves de casa o el DNI, algo que, sí o sí, tenías que llevar en la cartera. Ese miedo se ha perdido. Y no lo digo yo, lo dicen los datos. Nuestros hijos han perdido las cautelas en las relaciones sexuales de riesgo, esto es, las que uno tiene con personas que no son su pareja habitual (y siempre que su pareja habitual solo tenga como habitual la otra parte contratante...). Le auge de las enfermedades venéreas, algunas que, al escucharlas, te retrotraen a tiempos de guerra, a burdeles de otro siglo, es una realidad tan plausible como inquietante. Seguimos teniendo una barrera inconsciente que relega a otro momento esa conversación sobre sexo con nuestros hijos, y ellos encuentran en el porno casi toda la información. Y en el porno jamás se usa el preservativo y todos los órganos sexuales están sanos y hermosos. Pero los que tenemos una edad sabemos que esa no es la realidad, porque el porno debería estar en el estante de ciencia ficción. Tenemos un largo camino en cuesta por enmendar, así que más vale que nos pongamos preservativos a la obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario