LOS QUE VIENEN:
No sé si clasificarlo como chascarrillo, o como rutina, o como sistema de defensa en contra de la madurez. Pero es un rol asumido, generación tras generación, los que vienen por debajo no tienen ni idea. A esta generación les ha caído, como imagino en los sesenta y setenta con el movimiento hippie, el sambenito de la indolencia. Los nini, ya sabéis, ni trabajo ni estudio, son el paradigma. Tal es así que uno se hace a la idea de que son la mayoría. Es el síndrome del taxista capullo o del chorongo de perro. La gran mayoría de los taxistas son buena gente y la gran mayoría de dueños caninos recogemos los excrementos, pero unos pocos hacen tanto daño que invierten las percepciones. Porque si no tomé mal el dato solo un tres por ciento de los jóvenes ni estudia ni trabaja y, por contra, estamos en el mayor porcentaje de la historia de estudiantes universitarios que al mismo tiempo tienen que trabajar. Aunque soy de letras me encantan las matemáticas, sobre todo cuando me dan la razón y es que los números, se pongan los agoreros como se pongan, son como el algodón (perdón por el parangón exclusivo para nostálgicos) no engañan. Nuestros jóvenes vienen con fuerza, como lo hicimos nosotros, y antes nuestros padres, pero lo que no tengo tan claro es si nosotros seremos capaces de dejarles un mundo mejor que el que nos dejaron nuestros padres. Eso me preocupa más.
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