17 de agosto de 2022

 DOS AMIGOS:

Podría ser la historia de cualquier par de compañeros de patio, de entreno de fútbol. Podría. Digamos que uno se llama Ivan y otro Joan. Tienen la misma edad y se conocen desde hace tiempo. Un día, en el entrenamiento, Ivan se acercó a Joan y le pidió perdón. Joan lo abrazó y le dijo que no tenía por qué pedirle perdón, que él no tenía la culpa de lo que hubiera hecho su hermano, y que no dejaría de ser su amigo, ni de entrenar tres días a la semana a su lado. Incluso con estos detalles podría ser una historia más de patio de colegio, o de plaza de barrio, o de calle de pueblo. Y en cierto modo es así. Lo peculiar es que nuestro Joan salvó la vida en Las Ramblas de milagro; bueno, de milagro y porque su madre tuvo la fortaleza, la entereza y el instinto de tirar con todas sus fuerzas de su camiseta mientras la furgoneta rugía a toda velocidad por la calle. E Ivan, muy a su pesar, es hermano de uno de los responsables del atentado. Ahora Joan quiere ser policía e Ivan será, probablemente, buena persona toda su vida. 


Esto no es un cuento. Es la vida real. 

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