SOLEDAD DE MEDIO ÁRBOL:
Como
un árbol separado en dos troncos, pero con las ramas entrelazadas al cielo. Así
fue toda su vida, desde que hiciera más de setenta años la tomara de la mano en
la ribera del arroyo que daba nombre al pequeño pueblo manchego. Una posguerra,
una huida a la ciudad, unos hijos, un futuro a trompicones; pero siempre,
siempre, hacia delante, y de la mano, como regresaron del río aquella tarde. Jamás
se planteó que pudiera haber una existencia sin ella, ni una noche y una cama
solitaria. La muerte del amor de su vida rompió su terco y viejo corazón,
partiéndolo en pedazos, pero, cruel compañero, se empeñó en seguir latiendo. Ojalá
el tronco partiéndose hubiera arrastrado al resto del árbol. En los últimos meses
su mujer estaba especialmente triste, incluso angustiada, mientras él trataba
cuidarla con su creciente torpeza. Quien cuida a quien, se preguntaba su hija
en cada visita. Le preocupaba en extremo dejarlo solo. Morir no tanto, ley de
vida. Siempre fue una mujer fuerte. Pero él ¿qué haría sin ella? Si no era
capaz de encontrar los macarrones. Desde que se fue, a él le pesa la angustia y
jamás volvió a buscar pasta en la despensa. Desconocía esa cualidad de algunas
sensaciones. Como una losa, como lava agarrada a la garganta; y un vacío sin
fin, allá donde mirase. De poco servían las visitas de sus hijos, o de sus
nietos, cada vez más espaciadas…otra ley de vida. O el cariño de su cuidadora
de extraño acento sureño. El tiempo solo era un trituradora. Recordarla, peor
que tratar de olvidarla. Y cada noche, sin remedio, buscando en el cobijo del
sueño la paz que no encontraba con los ojos abiertos, susurraba a un dios, en
el que no creía, que por favor fuera la última. Pero llegaba el alba, y la luz,
y los ojos abiertos. Y gritaba ¡Cómo voy a creer en ti! a ese dios
inmisericorde al que nunca le había rezado. Todas las noches el mismo ritual,
la misma súplica. Hasta que una mañana lo consiguió. Lástima que nadie pudiera
despertarlo para contarle que sonreía cuando Dulceida lo encontró en la cama,
al levantar el día.