Yo soy antiespañol, antiespañol, antiespañol
“El lugar no tiene representación porque su realidad y su representación no se diferencian. El lugar es el punto o el centro sobre el que se circunscribe el universo. La patria tiene límites o limita; el lugar, no. Por eso tal vez fuera necesario ser más lugareño y menos patriota para fomentar la universalidad.”
José Ángel Valente
Porque de bien nacidos
es ser agradecidos,
es frecuente que el ser
humano se conciba,
tanto o más que del sitio
donde estuvo su cuna,
del lugar donde tiene
el plato en el que come
y el techo que lo abriga.
Es por esta razón
que, en plena posesión
de mis amotinadas
facultades mentales,
hoy me declaro apátrida
y, aun más, antipatriota.
Porque en este país
en el que, amén de haber
nacido, aún tengo, humildes,
mi hogar y mi chinero,
aquellos que presumen
de pedigrí patriota
han despojado, aleves,
a cuántos lugareños
de cuna o que llegaron
allende el mar huyendo
del hambre y la miseria,
de pan y de morada.
Yo soy antiespañol,
antiespañol -así
de claro- y me prometo
no renunciar a serlo
hasta ver enterrados
en el mar a estos pérfidos
vendepatrias que han hecho
de la patria su emblema
privativo y su coto;
hasta no sea devuelto
al pueblo lo robado
y amanezca una nueva
España que en lugar
de patria miserable
-prisión, mazmorra y tumba-
propiedad de unos pocos,
sea de todos un próvido
lugar para la vida.