LA BOTA
“pero siempre habrá algunaa veces más de unapisoteando los sueños de los hombres.”Idea Vilariño
Llegué a
pensar que el golpe
de
estado militar
se
había perpetrado
para
la Democracia.
Me
costó convencerme
del
todo, es cierto, pero
encontré
la coartada
para
erigirme –aquello
sólo
era un mal menor–
en
cómplice ideológico
del
carro de combate
mancillando
las calles,
en
la fe, el fanatismo
de
los denominados
hermanos
musulmanes;
no
importaba que hubiesen
accedido
al poder
de
forma democrática
ni
que fuese difícil
o
aun puede que imposible
probar
que la mayor
parte del
pueblo egipcio
se
hubiese decidido
por
darles las espaldas.
Hoy
que la sangre corre
herida
por las calles,
asesinada,
hoy cuando
las
sucias y pesadas
botas de
los soldados
patean
los testículos,
pisan el
cuello, el alma
del
pueblo, qué decir:
“Me
equivoqué, lo siento,
no
volverá a ocurrir.”
Sucederá
de nuevo;
no
hay mayor fanatismo
que
el que, estúpido, esgrime
el
hombre occidental,
con
su abyecto complejo
de
superioridad
y su
escasa memoria,
siempre
sentando cátedra
y,
sobre un decorado
falaz de
cartón piedra
uncido a
una tramoya
férrea y
totalitaria,
queriendo
decidir,
arrogante,
lo que es
o no
es la Democracia.
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