Sí, lo reconozco: lo hago. Es como si pensara que los aparcamientos son como las sirenas, esos animalitos mitológicos mitad mujer de portada de sexshop y mitad sardina de culebrón Disney, y esperara escuchar sus cánticos de espacio libre para encontrar un hueco. No lo puedo evitar. Porque si hablara de esto con un amigo en la barra de un bar explicaría ufano que lo de quitar la música o bajarla en el tema aparcamiento es para ahorrarme unos cuantos partes sin contrario, para escuchar de forma más eficiente el sibilino zumbido de las columnas que se mueven en los parking o los malvados bolardos teletransportados de la nada al parachoques de tu bólido. Pero no, es que yo, como si fuera un rastreador del espacio entre dos coches, bajo la música cuando empiezo a buscar sitio. Debe ser que para mí, un urbanita empedernido, eso de buscar un hueco en la selva de asfalto es cosa seria. Quizá algún día se descubra que los sitios para aparcar emiten un sonido a una frecuencia que sólo expertos como yo somos capaces de percibir. Y para ello, claro, hay que bajar la música…Chis, silencio, perdone ¿se marcha...?
3 de julio de 2013
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