EVAU Y LAS ARRUGAS:
Pues ahí va mi hijo, camino del examen previo a la universidad (por usar una denominación atemporal). Con una envergadura muy superior a la mía, ha escuchado mis dos únicos consejos de ex universitario: relax y buena letra (literal...). El trabajo ya está hecho, ahora a respirar y dejar el pabellón alto. Creo que es un tipo tranquilo, y jugarse un triple a diez segundos de terminar la final del campeonato de Madrid puede que le ayude a superar los nervios, en general, y en particular estos dos días tan especiales. Y yo, además de orgulloso de su talante y de su trabajo, amén de los resultados, me siento viejo. Todavía recuerdo cuando me asomé a la ventana para ver a mi hermana salir camino de ese santo grial que era la universidad para los hijos del portero de discoteca y la ama de casa del barrio del sur madrileño. El tiempo pasa para uno mismo por medio de evidencias personales como las canas o los ruidos que ya no puedes evitar para levantarte del sofá, pero también por los demás, y los hijos son los que más maravillosamente mayores nos harán sentir siempre. Es ley de vida. Y que dure.
1 comentario:
Que orgullosa me siento de leer las publicaciones,y tú siéntete orgulloso de ser el Padre que eres
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