Ya habían pasado una cena, un par de cuentos, unos dientes bien limpitos, unos besos de buenas noches, unas risas de última hora, dos lavadoras, un lavavajillas y una secadora. La ropa del día siguiente en boxes. Era la hora de nuestra cita diaria con Walter Wait y Jessy Pigman. Cuarta temporada (Breakingbad). No recuerdo si cuarto o quinto capítulo. Mediado el mismo, en gloriosa postura horizontal sobre el sofá, suena mi teléfono móvil. La melodía se coló de forma brutal en el salón. Eran casi las doce de la noche. Intenpestiva hora donde las haya para una llamada. Con abuelos setenteros con marcapasos y transplantes, y hermanas, primos y amigos por ahí en aviones, coches, autobuses y bicicletas, como que una llamada a esas horas, al menos a mí, me pone el corazón a mil. Mientras caminaba hacia el teléfono, que siempre dejo en la entrada para no olvidarlo, notaba los latidos en las sienes. Y curiosamente, según me acercaba al teléfono, el sonido se alejaba. Tuve un momento de confusión. Imágenes veloces en la serie. Ana Tijoux y su 1977 torturando mi serenidad. Hasta que mi pareja se dio cuenta y me lo hizo saber. Larrey, es la serie. La madre que parió Vince Gilligan, mira que hay canciones en el mundo para ilustrar el devenir de los personajes y ¿tiene que elegir la melodía de mi móvil?¿alguien más conoce a Ana Tijoux? En fin. Volví al sofá, sí, pero no volvió a ser lo mismo. El corazón seguía latiendo con fuerza y creo que no recuperé el pulso normal hasta que Morfeo me acogió en su seno.
Ah, os dejo un link de la escena, y también otro para que conozcáis a Ana Tijoux...
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