9 de marzo de 2011

INVISIBLE


Hace poco leí que habían dado un paso más en la invisibilidad, un material que convertía en invisible a la propia materia. Bueno, no creo que haga falta tanto dinero, ni tanta inversión, para ser invisible bien vale sacarse el carné de mi polideportivo y acudir cualquier tarde al vestuario masculino. Allí eres invisible sin materia alguna. Entro con mis 95 kilos, mi barba de cuatro días, mis 185 centímetros de pura educación, carraspeo y mi voz varonil lanza un indiscutible "buenas tardes"...y nada, no hay respuesta. La tentación es pensar que coincido en horario con un grupo de sordos que acuden juntos a ejercitarse. Pero no es así, no pocos de los que por allí andan antaviandose o desataviandose para la noble cita con el sudor, las mancuernas o el gorro de baño, levantan la vista de sus quehaceres, me miran, su cerebro procesa y sentencia: no es para mí. Se están perdiendo las formas. No digo yo que pongamos en práctica la idea de Cocodrilo Dundee y vayamos por la calle saludando a todo el mundo, ni tan siquiera pido que cuando se entre en un recinto cerrado y habitado se diga buenos días, me bastaría con que cuando alguien lo hiciera ¡ se contestara ! Pero estamos todos afectados por uno de los males más involutivos del ser humano, el OTHAQUELOHA (otro habrá que lo haga) o el más cañí NOESPAMI, que tiene versiones muy avanzadas del tipo YONOHESIO o NADIEMAVISTO. El caso es que acudes al médico, donde la edad media es más avanzada que entre las taquillas del gimnasio, y es común ver como desconocidos tienen la osadía de responderse a los buenos días o las buenas tardes ¿Nos estamos perdiendo?¿cómo le explico a mi hijo que cuando se entra en un lugar donde hay gente se tiene que saludar si luego nadie, día tras día, le responde?

1 comentario:

Dudu dijo...

Es complicado de explicar. Pero no pierdas el ánimo, la educación es uno de los mayores legados que puedes darles a tus hijos.