Hoy era el día. Tenía ganas. Ya ha pasado suficiente desde su ruptura. A la mierda el luto, le dijo una compañera de la uni. Depilación cuidada, ropa interior sexy, labios rojo carmín y preservativos: lista para la caza. Solo faltaba la presa. Pidió a su hermana el coche, nena, es que lo necesito. Quedó con sus amigas y a quemar la noche. Te vamos a llevar a la mejor disco para ligar, tía, que estás fuera del mercado. A ella le daba igual, era la primera vez que buscaba un polvo con un desconocido y su intención tampoco era ser muy exigente. Ya habrá tiempo para delicadezas, hoy el hambre manda. Una copa antes y otra con la entrada, suficiente alcohol en vena para perder el pudor inicial. Dos o tres se acercan en cuanto ella se aleja un poco del grupo de amigas y contonea sus caderas. No estaban a la altura, yogurines de instituto babeando por una adulta. Hasta que llega él, alto, guapo, apenas diecisiete años. Barba perfectamente pulida. Cuerpo musculoso. Repetidor de COU, bueno ¿a mí que más me da? Sabrá follar ¿no? Se deja cortejar un poco, por mantener las apariencias. Pero después se lanzan los dos a las bocas como desesperados. Él aprieta su deportista cuerpo contra ella y una columna. Siente la evidencia de todos los músculos y justo sobre la cintura una prometedora prominencia. He acertado, sonríe dejándose besar los pechos. Pero están en la discoteca. Recuerda el coche, que era parte del plan. Ven, he aparcado fuera, iremos a algún sitio más tranquilo. A él se le ilumina el rostro. Ni se despide de sus amigas, ya les mandará un sms. Antes de salir de la disco hacen un par de paradas, besos y más besos, caricias nada furtivas y algún que otro chupetón. Bueno, ¡qué le vamos a hacer! Después de probar la resistencia de diversas chapas, con tanta efusividad que temió sentir un orgasmo antes de llegar, están junto a la ventana del coche de su hermana. Uf, que cochazo, tía, ¿es tuyo? Sí, miente, más preocupada por sacarla de la bragueta, Se vuelven a fusionar, pero él mira dentro del coche. Ahora parece tenso. Ella busca su boca. Él vuelve a mirar dentro y parece escrutarla con sus ojos azul profundo ¿Qué pasa? Le dice mientras busca su lengua. Le arde el sexo y se lo follaría ahí mismo. Se da cuenta de que el chico vuelve a mirar al interior del coche. Parece repentinamente nervioso. Esto, verás, es que me tengo que ir. Y ahí la deja, junto a la puerta, los pantalones medio bajados, el polvo desabotonado hasta el ombligo. Desconcertada. Cabreada. El culo frustrado contra la puerta del flamante todoterreno. Después mira dentro y las ve. Las tres sillas de bebé. Mierda, se golpea contra la ventanilla, mierda, mierda…