13 de febrero de 2008

APAGA LA LUZ, ANDA


ADRIANA: ¿Cómo se llamaba aquel chaval que conociste en el gimnasio?
ADRIAN: ¿Qué chaval?
ADRIANA: Si, hombre, aquel que trabajaba de locutor, el que ponía la voz a los documentales de la dos.
ADRIAN: No recuerdo, la verdad, es que hace años que no voy...
ADRIANA: Ah, vale, va a ser por eso.
ADRIAN: ¿El que va a ser por eso?
ADRIANA: Nada, nada, cosas mías.
ADRIAN: ¿Cómo que cosas tuyas?.
ADRIANA: Que no, que te enfadarás y luego me quedo sin mi ración de besitos de buenas noches.
ADRIAN: Venga, si te vas a meter con mi memoria vas lista, campeona de llaves de emergencia que no se donde están las mías y paga tú que me dejé el dinero.
ADRIANA: ¿Ves?, eres rencoroso sin saberlo, pues no era por tu memoria.
ADRIAN: ¿Por qué entonces?.
ADRIANA: Que no...
ADRIAN: Vamos, que sabes que no me voy a enfadar.
ADRIANA: Bueno, pero como te enfandes...pues que te he visto antes de meterte en la cama y he dicho, vaya, sí que hace mucho que no va al gimnasio...
ADRIAN: ¿Me estás llamando gordo?
ADRIANA: ¿Ves?, ya te has mosqueado.
ADRIAN: ¿Gordo?.
ADRIANA: Lo sabía.
ADRIAN: Pues, pues no hace tanto y si tu te pasaras diez horas al día tendrías el mismo flotador.
ADRIANA: No te enfades, anda, y hazme un poco de ejercicio, sí, por ahí, un poquito más abajo...así...
ADRIAN: Pero no estoy gordo...
ADRIANA: Tu...tu calla...y sigue...

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