13 de abril de 2011

PELLAS

Digo yo que lo harán, matematicamente hay más probabilidades de que lo hagan a que no. Yo las hice. Las llamábamos pellas, no sé muy bien por qué. Y era faltar a clase. Recuerdo la primera, premonitoria, porque falté a religión. Miraba a las ventanas, a la gente por el patio, en la calle, porque pensaba que llevaba escrita la frase "está faltando a clase". Recuerdo otras con mi amigo Nono para ir a ver "Perros callejeros" en el único VHS del barrio. Tanto le cogí el gustillo que hubo hasta un día que no llegué ni a entrar. Fui un mal estudiante de instituto, y no por falta de capacidad, sino por falta de motivación. Después llegó la universidad y falté, bastante, a clase, pero curiosamente rara vez lo hice por unos botellines o un tumbarse en la pradera, cambiaba las clases poco rentables por los libros y la biblioteca. Y ahora soy un padre responsable, con un futuro profesional más o menos estable. Seguro que si mis padres hubieran sabido la cantidad de horas que pasé en la calle en lugar de sentado en mi pupitre, además de una reprimenda severa, habrían terminado preocupados camino de un especialista ¿Qué haré yo cuando sepa que mis hijos faltan a clase por una partida de futbolín o la wii en casa de un amigo? Sé lo que es, lo que supone, y el riesgo, pero no podré quedarme de brazos cruzados y obviar mi responsabilidad. Tendré que ponerme serio. Incluso, como nos ocurre casi siempre, terminaremos olvidándonos de nosotros mismos 3o años atrás y preocupándonos en exceso, tal vez camino de un especialista, ayudeme, doctor, mi hijo ha faltado a clase.

1 comentario:

Elena dijo...

¡ostras! como cambia el cuento amigo... ea! pues haremos lo que nos toque, supongo.....bss pelleros.