14 de diciembre de 2008

LAS TRES


LAS TRES:
Siempre pensó que entre ellas dos había algo más que una amistad. Pero el tiempo iba pasando y, lo que son las cosas, ahora están de despedida de soltera. Esta es la extraoficial, la oficial será la noche antes, y habrá familiares, amigas, compañeras de trabajo. Un pestiño. Hoy es su noche. Y la han pasado bebiendo y bailando y espantando a moscones, como procede en toda buena noche de farra. Ahora están en un local frecuentado por lesbianas. No lo han comentado, pero en realidad les gusta estar ahí por algo más que la anécdota o para evitar moscones. Llevan una hora bailando con una joven muy atractiva, alta, que dice llamarse María, aunque tiene más cara de llamarse Débora. No va a negar que la muchacha es atractiva. Aunque el alcohol lo que ha logrado es que vea a su amiga, la que va a abandonarla por una polla, más guapa que nunca. En varios de los bailes sensuales, que siempre los hay, les encantan la mirada lasciva de los chicos cuando se arriman entre estrofas, ha deslizado su mano por lugares prohibidos, en aparente despiste, y ha tenido que buscar fuerzas de donde no las había para no besarla. Ahora Débora, o María como dice llamarse, las ha invitado a su casa. Vivo cerca. El local anuncia que es la última canción. ¿Qué hacemos?. Una copa y os marcháis. Antes de que acabe la canción están en el ascensor. Así que te casas. Sí. ¿Y que haces en un local de lesbianas? Pues a lo mejor es la última prueba. Lo ha dicho con una voz tan sensual que la tercera en discordia, vamos, ella, pareciera sobrar. Entran de la mano, las tres. ¿Qué queréis tomar? Pensé que lo de la copa era una excusa. No reconoce a su amiga, que ni corta ni perezosa se abraza a la recién conocida María y la besa con bastante violencia. No quería abandonar la soltería sin probarlo, quizá eso era lo que hacía en el bar. Ah, ahora lo entiendo todo, dejad que ponga música, os enseñaré porque casi ninguna de las que entra en este lado vuelve. Algo de blues suave acompaña los nuevos besos y las primeras caricias. Ella no sabe si es fruto del alcohol o es verdad que su mejor amiga está, entre risas, intentando arrancarle el sujetador a una desconocida. Y le excita, mucho, verla, más de lo que pudiera imaginar, muy por encima de los posibles celos, que por el momento, están solo latentes. Tan excitada se siente que sin darse cuenta está recostada en el sofá acariciándose por encima del pantalón. Si te quitas el pantalón te pareceremos más atractivas y sensuales. María parece estar en todo, en la boca de su amiga, en el culo y en ella, que sin saber muy bien porque le hace caso. Está húmeda, muy húmeda. Ahora María reconduce a su amiga y la invita a arrodillarse frente a su sexo. Hay un momento de timidez, tal vez de risa, luego una mirada cómplice y ella que cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás, invitándola a la locura definitiva. Los labios de su amiga, algo tímidos al principio, son ardientes, como rescoldos que la queman por dentro, hasta lo más profundo de su alma. La agarra de las dos coletas, maldita colegiala, mientras un par de dedos ya están dentro de ella. Sabe lo que hace. Detrás, María ha aparecido como una cámara. Otro día hubiera levantado su culo húmedo y desnudo y se la hubiera estampado en la cabeza. Pero eso, otro día. Ahora gime, y mueve la pelvis. Quieres más ¿verdad? María se ausenta un instante y vuelve con un enorme dildo que, sin dejar de grabar, se mete en la boca. Está húmedo, y ella canchonda, entrará como en mantequilla. Pensé que las lesbianas erais anti pollas. Bueno, lo malo de la polla es en realidad lo que tiene detrás. Su amiga abandona la conversación y vuelve a ella. Se miran a los ojos y sonríen. Para su sorpresa no es en su coño donde el pene de silicona se mete, sino en su culo. Primero una punzada de dolor, después una extrañísima sensación de sentirse invadida y después un placer sin precedentes. María, sin abandonar el objetivo, ha terminado de desnudarse y movilizando su estilizado cuerpo se ha colocado sobre ella. Tiene su coño a medio centímetro de la boca, estira la lengua y siente el calor, y el sabor dulzón y limpio. Lame como haría un perro con sus heridas, dando la vida en cada lengüetazo. Mientras tanto su amiga sigue con su culo y con el coño. Quiere verla, así que gira el rostro y la ve que con una mano está masturbándose. Quiere comérsela, quiere que sea su coño, y no el de María el que explore su lengua. Vamos, interrumpe María, ya es hora de que deis el paso definitivo. Las coge de la mano y las lleva hasta una cama. Tumbaros, una frente a la otra, cruzar las piernas. Las va ayudando hasta conseguir que sus sexos se fusionen por completo. Ya no necesitan más indicaciones, comienzan a moverse, con fuerza, rítmicas e intensas. María sigue filmado y al tiempo lleva el dildo hasta su coño, dejándolo dentro por completo. Las tres gimen. Va a ser ella la primera en correrse. Ya no puede apretar más, ya no es capaz de mover su culo más fuerte. Aprieta los dientes, retiene el aire, lo expulsa y siente como su cuerpo se electriza desde la columna vertebral. ¿Ya?, la pregunta suena a decepción. Tranquila, María interviene. Ya me encargo yo de que tengas el mejor orgasmo de tu vida. Se recuesta en el respaldo de la cama para disfrutar, algo más serena, el orgasmo de su mejor amiga, sobre la que acaba de correrse. Todo es tan extraño, tan excitante, tan maravilloso que no puede evitar coger la cámara y sugerir, cómetela, hazla gritar, María, quiero que esta zorra se corra como nunca lo ha hecho. María, fiel y obediente, cumple lo solicitado y las tres se dejan caer de nuevo en la cama. El techo y el silencio. Se quedan dormidas.
Cuando llega la mañana no hay excitación, no hay recuerdos, solo una nota. La ha dejado María, sobre dos DVD. Son las dos únicas copias que hay. La original ya solo está en mi cabeza, ha sido maravilloso, desayunad y cerrar la puerta o esperadme…




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