10 de enero de 2008

NACIONALISTAS DE LA REALIDAD

Mi tía María hace el mejor gazpacho manchego del mundo. Un día, hace muchos años, fui a un restaurante por Guadalajara y cuando vi en la carta que había gazpacho me dije, toma, como el de mi tía. Pues yo quiero esto, le dije al camarero. Cuando me lo trajó no pude evitar mi frustración. Ni tan siquiera en el aspecto era similar al de mi tía. No, aquello no era gazpacho manchego, estuve tentado de decir, pero soy bastante precavido en este tipo de cosas. Me lo comí y estaba rico, la verdad, pero era otro plato, se llamaría gazpacho guadalajareño o algo así, pero ese no era manchego. Y es que tendemos a convertir en realidad única nuestra realidad. Cuando de pequeño ibas a otro barrio y echabas un partido de chapas las normas no eran las mismas. Y no te parabas a decir, anda, como jugáis, no, decías así no se juega, porque era evidente que se jugaba como tú jugabas, tus normas eran "las normas" y ellos unos usurpadores. Pasa con muchas otras cosas, piensas que todo el mundo, por ejemplo, tiene navidad y con frío, y ves las imágenes de papás noeles en bañador y dices, bah, eso ni es navidad ni es. Los juegos de tu infancia fueron los mejores. Las series que hay ahora son basura comparadas con las que tú viste. Y nos es una cuestión generacional, porque tus padres sí que trabajaron y no tú, que te lo han dado todo hecho; y también pensaban que no sabías jugar, que lo tuyo no era jugar. Este es en el fondo el germen de los nacionalismos, cuando uno no es capaz de ver más allá de su realidad. Bueno, en el fondo los nacionalismos van un paso más allá, porque en los nacionalismos no vas a otros barrios a jugar a las chapas (total, ya sabes que no tienen ni idea) ni quieres que vengan a jugar al tuyo (¿para qué?, ¿para acabar con la tradición de siglos de "portero coloca"?), e incluso te da miedo cuando merodean por tu campo de juego, estos vienen a robarnos nuestras normas, ¡ defendamos a nuestras chapas de la invasión !. No, si la chapa que quiera venir, que venga, pero para jugar como nosotros le decimos, ¿vamos a cambiarnos nosotros por ellas?. Y te vas encerrando más y más en tu mundo, tu barrio, tus chapas y cuando te quieres dar cuenta todo es una amenaza, y lo que tienes es de una fragilidad tal (se llame nación, familia, tradición) que hay que cuidarlo a capa y espada.
Hace tiempo que me di cuenta de que mi realidad es, en definitiva, un cúmulo de casualidades. He aprendido de otros jugadores tanto que la humildad es mi única bandera. Y no soy un descastado. En la prácitica seguro que soy más nacionalista de mi entorno que mucho de bandera en ristre, pero lo hago desde la evidencia de que mi realidad es una entre millones y ni por asomo es la mejor del mundo. Un poco de humildad nos vendría bien a todos.

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