AYUSO, LO PÚBLICO Y LA ESCALERA SOCIAL:
Mi padre fue taxista (entre otras profesiones) y mi madre trabajaba en casa, sin sueldo. Mis hermanas, que cumplieron con los tiempos y los resultados desde el principio estudiaron una carrera universitaria (farmacia y psicología) con buena ayuda económica de las becas públicas. Yo, que fui un estudiante tardío, ya tuve que tirar de trabajos a media jornada para sacarme la licenciatura en Historia Contemporánea. Sea como fuere, los hijos, los tres, del taxista y la ama de casa, son licenciados. Mi pareja también tiene estudios universitarios. Mi mejor amigo, hijo de un camarero, también estudió su carrera. En al barrio, más de la mitad de mis amigos pasaron por la universidad, todos, sin excepción, hijos de obreros. Para mí la universidad, llamadme antiguo, es el último peldaño de la escalera social, el eje central de la redistribución y el reparto justo de oportunidades que empieza en la educación básica. Por eso cuando ahora, sobre todo en la comunidad en la que vivo, veo como proliferan las universidades privadas y sus prohibitivos costes, frente a una universidad pública, que como la sanidad, esperan dejar morir (ya vimos como funciona la estrategia, a poco que tengas un polideportivo público cerca de tu casa) me enfado por encima de mis posibilidades. Yo lo veo claro, es una cuestión de ideología, de negocio y de que ese negocio siga en manos, siempre, de los mismos, y luego de sus hijos, y de los hijos de estos...Cuando los hijos de los obreros metemos la cabeza en lugares de cierto estatus, ya hay miedo a perder el monopolio del negocio. Es meridiano, soy de los que piensan que quien no lo ve o no lo quiere ver, es porque forma parte del juego. Esto último es consecuencia de mi cojera ideológica, el resto, realidad pura.