Los rimeros, los troveros, los araneros, chanchulleros, dolosos, fulleros, ladinos, maulas, trapaceros…esto es, la empresa; Y los proletarios, los empleados, los operarios, los pringados, los timados…esto es, los curritos; hemos llegado por fin a lo que parece un acuerdo. Estoy hablando del ERE en marcha en mi empresa y que afecta a 31 de sus asalariados. Hemos estado durante más de un mes en un tira y afloja donde los que eran nuestros compañeros, hasta ahora, y que se han encargado de dar la cara por la empresa, nos han demostrado un nivel de rastrerismo barriobajero y de mercadillo que nos ha helado a todos el ánimo, y lo que es peor, ha enturbiado la memoria de lo que era un lugar admirado para trabajar. Después de mucho bregar, de que nuestros representantes y nuestra abogada se hayan dejado, literalmente, las pestañas ¿sabéis lo que hemos logrado? Un despido improcedente. Sí, eso es lo que hemos logrado. Amén de algunas ventajas adicionales, básicamente los días de indemnización se corresponden con lo que marca la ley en caso de improcedente. Y en esas estamos, gracias, por su puesto, a nuestro querido gobierno. Que diría que se doblega ante los intereses patronales, pero visto lo visto me inclino más a pensar que son la misma patronal. Así que amigo Rajoy y acólitos del Club de Campo, gracias. No ya de mi parte, que mal que bien voy a buscarme la vida, lo sé, sino de la de varios de mis compañeros que después de 35 años en la empresa se tendrán que conformar con un par de años de salario. La lástima es que ninguno de ellos te llevó al gobierno, porque hubiera sido un pequeño gesto de justicia que uno de tus votantes perdieran 50 mil euros ganados en años de trabajo. Ahí lo reconozco, me hubiera podido el rencor y en la intimidad hubiera esbozado una sonrisa del tipo ¡ahora te jodes ¡. Pero es que ni esas, la alegría se prodiga poco por la casa del pobre.