30 de abril de 2009

JODIDO GUIONISTA


¿Quién guioniza mis sueños? Todos los guionistas de sueños tienen un toque a lo Tim Burton con reminiscencias buñuelistas, tal vez algo de Almodovar, y los más afortunados, unos requiebros de Sandra V. Lo malo de la gran mayoría de ellos es su afición por el guión interruptos. Lo que hasta anoche no había encontrado era ninguno con esa genialidad tan de Hitchcock. Fue un corto. Apenas cinco segundos. De ahí la genialidad que me tiene embelesado. Como todo sueño que se precie, las reminiscencias a la realidad son esponjosas como nubes, y en el propio sueño te cuestionas su cercanía. Estaba en un entorno laboral que no era el mío pero que reconocía como mío en el sueño sin más miramiento. Un compañero de trabajo con bata blanca (en realidad es informático, pero tampoco me pareció extraño que apareciera como médico) me levanta el brazo a lo lejos en lo que parece un patio de colegio, saliendo de una puerta. Yo lo miro y sonrío. Él no me devuelve la sonrisa, sino que me dice, eh, ven, Larrey, que a tu hijo le ha pasado algo. Yo, sonrío, como herramienta, como búsqueda inmediata de la verdad, la cámara se acerca a mi rostro y digo, vaya, ¿qué pasa?¿se cayó y tiene una pupa? Entonces el silencio espeso, el segundo de tensión, mi compañero que ejerce de médico en la escena permanece serio y con voz rotunda dice: ven. No hay más palabras, no hay más gestos, ese simple y serio ven le bastó al guionista de mis sueños para que yo, único espectador, me cagara en los pantalones. Entonces el yo actor comienza a correr, y por mucho que corro y corro no llego a alcanzar a mi compañero, que sigue brazo en alto demandando mi atención. Incluso tengo tiempo de pensar, pero por favor, que largo se me está haciendo esto. Por suerte al guionista cabrón de este sueño también le pudo el virus del final interruptus y no tengo la más remota idea de lo que le pudiera haber pasado en el sueño a mi hijo. ¡ Ni falta que me hace !

MICROS


No se sentía orgulloso de la cantidad de libros que había escrito con sus conocimientos, sino abrumado por los que se podrían escribir con aquello que desconocía.

3 HORAS 27 MINUTOS.

Correr es un ejercicio que siempre me pareció aburrido y que requería esfuerzo extra para motivarme, sin embargo desde que me apunté a los planes de entrenamiento de Mapoma (Maratón Popular de Madrid), las cosas han cambiado. Corro con gente, entreno muy diferente, y sobre todo, disfruto corriendo. Yo solo entrenaba fondo, largas tiradas de 2 horas corriendo y muchos kilómetros para el cuerpo. En estos meses he corrido series de 400, 500, 800, 1.000 y 2.000 metros, he participado en carreras de 10.000 y en Medias Maratones y mi cuerpo se ha acostumbrado a correr de otra manera, mucho más placentera y mejor.

El domingo quedamos a las 8:00 h, entre nervios y risas, con nubes grises confirmando la previsión de lluvia desde primera hora. Ganas de pis, mucha gente concentrándose alrededor de Recoletos. Dejamos las bolsas en los guardarropas y nos dirigimos hacia la línea de salida. 13.000 personas inscritas. Hace frío, llevo mi chip en la zapatilla, me he puesto la camiseta con el dorsal y encima otra camiseta de algodón para llevarla hasta entrar en calor. A las 8:45 h empiezan a caer las primeras gotas de lluvia. Voy a correr con cinco compañeros que somos del mismo nivel y pensamos llegar juntos hasta el kilómetro 30, luego que cada palo aguante su vela. Entre la masa, pese al frío que hace, tengo sensación de calor. Hoy no saltarán los paracaidistas como cada año, hace muy mal tiempo.

Cinco minutos para el inicio, escuchamos por los altavoces, la gente estalla en aplausos, es la fiesta popular del atletismo en Madrid. A las 9:00 se escucha el pistoletazo de salida. Empezamos a andar hacia la salida, hay tanta gente que cuando salimos el crono ya marca 2 minutos y pico. Pasamos la primera de las múltiples alfombrillas en las que nuestro chip dejará reflejado nuestro tiempo. Paseo de la Castellana arriba. Ganas de pis nada más salir y bastante lluvia. Paro en el kilómetro 2. Pues empiezo bien, pienso, mientras vacío mi vejiga en un árbol como tantos otros guarros. Termino y corro rápido para reengancharme al grupo que me esperan en el lado izquierdo de la calzada.

Cuando llegamos al Bernabéu lo rodeamos por Padre Damián y salimos de nuevo a la Castellana por Cuzco. Parece que voy muy bien, tengo las piernas muy pesadas y eso es muy buena señal, ir ligero no es nada bueno. Casi a la altura de las torres, cuando giramos hacia la estación de Chamartín, la lluvia ha cesado y empieza a asomarse el sol. Me quito y tiro la camiseta de algodón a una papelera. Vamos charlando y clavamos los 5 minutos por kilómetro. Dentro de lo previsto.

La carrera continúa sin novedad hasta que cruzamos la Castellana por arriba camino a Nuevos Ministerios, arriba en Cuatro Caminos nos encontramos con la primera masa de gente animando. Se me pone la piel de gallina, todo son ánimos y aplausos. Ahora vamos hacia Vallehermoso, en Francos Rodríguez me espera un amigo con su mujer, igual que el año pasado, y allí están. Gerardo, le grito. Vamos, gritan al unísono. ¡Qué majos!. Estamos yendo hacia el centro de Madrid, sin duda alguna donde las emociones más se desbordan por la cantidad de gente que hay en las aceras. Elo en Bilbao, ¿vas bien?, sí , todo bien.

Hortaleza, Gran Vía, Callao, Preciados, Sol, Mayor, Palacio Real, Ferraz, estamos llegando a la mitad, 21 kilómetros trotando Ferraz arriba, casi en el Parque del Oeste, y seguimos todos juntos.

La media Maratón es el inicio del verdadero Maratón. En un kilómetro, del 22 al 23 dejo de ver a Alex y a Yago y me descuelgo un poco del grupo, veo a Fernando saltando un seto, el pobre se caga, pienso. Me engancho a Pascual y a Cristóbal. Algo ha cambiado. Me confirman que Fernando ha tenido que ir a un baño. Bajamos un pelín para que se reenganche y como es bajada, lo hace sin problemas, ahora vamos hacia el final de la Avenida de Valladolid, bajando por el Parque del Oeste. Al girar hacia esa avenida la acera cambia la pendiente un poquito hacia arriba, ahora ya pica un poco en las piernas.

Voy mal, de pronto pienso, sufro para aguantar el ritmo del grupito en el que vamos ahora solo 4 y a lo lejos la Almudena desde la parte de abajo. Al llegar a Príncipe Pío mis padres y amigos. Voy mal, pienso de nuevo, y ellos lo ven en mi gesto. Algo no está funcionando y sólo estoy entrando en la Casa de Campo. Me duelen los tobillos y busco la tierra del parque para sentirlos mejor.

El silencio se apodera de la carrera, solo se escuchan pisadas y las respiraciones del sufrimiento, sin embargo la Casa de Campo es donde entreno siempre, y me motiva, sé por dónde voy a ir, mi cabeza empieza a enviar señales positivas de nuevo. Se escuchan los pájaros. Al llegar al lado del lago, kilómetro 32, hay mucha gente, salimos hacia Puerta del Ángel y de nuevo rostros conocidos al pasar por el Puente de Segovia. Una extraña euforia me invade. Sólo quedan 10 kilómetros por un terreno que conozco perfectamente, eso sí, en subida. Acabo de adelantar a Cristóbal, porque a Fernando y a Pascual les he dejado atrás hace un rato. Le pido que me siga y cambie su ritmo pero me dice que no, que tire.

Sigo solo, me uno a una liebre que lleva a un tío para llegar a 3 horas y 20 minutos, pero no le está llevando para llegar a ese ritmo. Calle Segovia, Ronda Segovia, Paseo Imperial, Paseo de las Acacias, veo Atocha a lo lejos, y voy lanzado, me encuentro muy bien. Atocha, giro en Alfonso XII y Dios, como pica esa maldita cuesta, no puedo más, se disparan las pulsaciones, pero sigo, rodeo el Retiro, entro por el Paseo de Coches, y veo a Félix mi entrenador, dentro de la zona de vallas que conducen a meta. Le llamo, mira su reloj y me grita: Capitán Eñe, aprieta que llegas a menos de 3h:30m. Aprieto al máximo. Impresionante la gente.

3 horas 27 minutos 22 segundos. Mi nuevo record. El año que viene voy a por 3:15. Me ha picado el gusanillo.

29 de abril de 2009

RISK NOCTURNO


No sé si os pasa a vosotros, ahora le hablo a la mitad peluda de este blog...bueno, a los hombres, digo. No sé si os pasa, repito, que vuestras parejas tienen una capacidad impresionante para invadir vuestro espacio en lo que es todo un campo de batalla: la cama. Es lo que yo llamo el Risk nocturno, donde las mujeres no tienen rival. Su capacidad para ganarte países es indescriptible, y a poco que te dejes o se pongan serias, acabas durmiendo sobre el rincón superior de la cama, agarrado a la lámpara para no acabar en el suelo. Ahora entiendo que se hayan puesto de moda las camas japonesas, bajitas y con laterales gruesos, para sujetar a los hombres y, sobre todo, evitar lesiones graves en las caídas.
Las modalidades de invasión son diversas, y van desde las violentas, repentinas y nada sutiles del darse la vuelta con brazo armado, rodilla puntera sobre los riñones y presión constante. Tú, para evitar que se despierte, reculas y es cuando terminas sintiendo el frío de la madera. Pero también hay otras más sutiles, que apenas te das cuenta y de las que eres consciente solo cuando tu rodilla se enfrenta al vacío. Me quedan otras mucho más profesionales, como verdaderas agentes secretas, espías del risk nocturno, aprovechan que te levantas para ir al baño o para acunar al peque, entonces ese espacio temporalmente yermo de tu cuerpo en las sábanas ejerce sobre ellas una incontrolable atracción, y abandonan lo que hasta ese instante era su trozo de la cama y con una profesional croqueta se dejan caer sobre el que, también hasta entonces, era el tuyo. Cuando regresas, a oscuras, para no romper su sueño, te encuentras con que hay una pierna en una esquina, un brazo en la otra, otro codo donde estaba tu trasero...en fin, que son como los gases encerrados, que tienen una capacidad innata para expandirse y ocupar el espacio que queda vacío. No he ganado ni una sola partida de Risk nocturno en toda mi vida, pero he de reconocer que más de una madrugada sus invasiones toman rehenes y que sus métodos de tortura, además de certeros, son realmente placenteros...

MICROS


Si yo no digo que este juego erótico me parezca fuerte o no, lo que te estoy intentando explicar es que no has elegido bien a los jugadores, dijo su suegra levantándose de la mesa.

28 de abril de 2009

EL BUEN TIPO


Soy buena persona. Y me siento orgulloso. Eso me gusta vender y algunas veces intento evidenciarlo con ejemplos. Por eso os cuento lo que me pasó ayer.

Circulaba por la M40, justo en la entrada del túnel del Pardo, el que precede a la salida hacia la M30. ¿Velocidad? reduciendo, para la salida, en torno a los ochenta km/h. En ese momento los coches que van delante de mi bravito frenan con tremenda brusquedad, lo que me evidencia un par de cosas. La primera que llevo una distancia de seguridad superior a la gran mayoría de los conductores, lo que me permite en situaciones como estas frenar con garantías. Y dos, que esta distancia no es todavía suficiente para hacerlo sin sustos y sin frenazos más violentos de lo recomendable. Fuera como fuese, detuve mi coche a unos dos metros de la matrícula delantera, y apreté los dientes, el freno y las manos al volante, sin perder ripio del espejo, en espera de acontecimientos de ese coche azul que se hacía cada vez más grande en un par de segundos tensos. Él no tuvo la precaución de mantener distancia suficiente como para detener su coche, pero sí la destreza como para evitar la colisión saliendo al carril izquierdo. Suspiré aliviado y vi que mi móvil había salido volando del asiento desmontándose. Me agaché con tal despiste que me olvidé del freno y para poder alcanzarlo hice un escorzo levantando el pie del pedal. ¿Consecuencia? la gravedad hizo su trabajo y mi coche, antes de que yo recuperara el dichoso aparatito, inició una ridícula marcha que frenó contra el parachoques delantero. Frené de inmediato, manifiestamente tarde, la impenetrabilidad de los cuerpos lo había detenido antes. Alcé la mano a modo de perdón por la ridícula colisión y nos pusimos en marcha. Pero el coche que conducía una mujer no aceleraba lo suficiente. Seguí detrás unos metros y comprendí que estaba esperando algo. Cambié de carril, me puse a su altura, bajé la ventanilla y le comenté que si quería que nos paráramos. La adelanté y a la salida del túnel detuve el coche. Ellos detrás. No era un lugar muy seguro y apropiado, ellos salieron sin chaleco, así que para evitar males mayores, les di una tarjeta para que me llamaran e hiciéramos un parte, aunque no apreciamos en su parachoques más que una pequeña raya que podía ser con el tiempo un desconchón de pintura. Ahora sé lo que me dirán, que ya lo han hecho, que si soy tonto, que si no le he hecho nada para qué me paro, que para qué le dio mis datos etc, etc. Pues todo lo hago porque soy buena persona, un buen tipo (quizá sinónimo de tonto), porque empatizo con mis semejantes y tiendo a hacer con ellos lo que me gustaría que hicieran conmigo. Lo lógico es que no llamen, porque llevar el coche al taller para esa nimiedad es un contratiempo absurdo, pero ahí están, mis datos y mi voluntad. También llamé a mi seguro, porque por muy similar que sea una buena persona a un tonto, no hay que demostrarlo del todo, para asegurarme de que gracias a este gracioso despiste ellos no puedan cambiarle la pintura al coche entero. Me siento orgulloso. Ser buena persona, como decía el anuncio, no tiene precio.

MICROS

Mañana me pongo a dieta, dijo dando un largo mordisco al donut

27 de abril de 2009

CANAL SATELITE

Fue tener la suerte a medias. Un día llegó a casa e hizo zapping esperando a su mujer. En un canal perdido (siempre fue una persona de inusual esperanza con esto de la televisión) encontró una película que emitía un canal de pago. Era una película en la que un tipo de avanzada edad, en esencia, se dedicaba a hacerle fotografías a unos puentes. Unos días después volvió a probar suerte y esta vez una película romántica sobre una mejicana y un americano que se enamoran. Así se fue encontrando día a día una película o programa cultural. No tenía la menor duda, estaba puenteándole el canal de pago a la vecina de arriba, una mujer de unos cuarenta años por la que siempre sintió una especial y morbosa atracción. Quizá por rubia. Quizá por el cuerpo trabajado. Quizá por ser soltera. Quizá por ser, sin más, la vecina de arriba. Han pasado los meses y ni una sola vez un evento deportivo, un programa de otro tipo. Hasta hoy. Ha llegado algo antes del trabajo y se ha dejado caer en el sofá. Una hora de margen hasta que llegue su mujer. Chequeando el aburrimiento ha llegado hasta el canal clandestino, esperando una nueva pastelada cuando ha aparecido una enorme polla devorada por una joven rubia, de muy buen ver y muchas mejores maneras en esto del karaoke de carne. Detrás otra joven, igual de rubia, igual de buena, le comía literalmente el culo, metiendo obscenamente la nariz entre sus nalgas. La erección ha sido inmediata, casi dolorosa. Pero cuando las dos rubias se dedicaban con profesionalidad a comerse la no menos profesional polla ha dejado de verlas, su mente ha viajado unos metros arriba y se ha imaginado a la vecina frente al televisor. Y esa ha sido una tentación demasiado grande. La ve en el sofá, tal vez con el albornoz, recién salida de la ducha, el pelo mojado sobre los pechos, erizando los pezones. Las piernas abiertas sobre la mesita baja y la mano acariciando su coño. Primero despacio, con todos los dedos planos. Tal vez alguna vez la otra mano va de la boca a los pechos, entre tanto, en la pantalla, el actor folla con violencia a una de las rubias, mientras la otra se masturba, muy similarmente a como imagina a su vecina. Avanza el celuloide y la imagina cada vez más excitada, tanto que ha tenido que coger de uno de los cajones un enorme vibrador. Primero se lo mete en la boca, hasta lo más profundo de la garganta, después lo pasea por entre los pechos, hasta bajarlo a su coño, donde con algo de esfuerzo lo mete hasta dentro. Ahí lo deja, imagina, activado el modo vibrador más alto. Se levanta para sentarse sobre el brazo del sofá, como si fuera una amazona sobre su montadura, el gesto torcido por el placer, sin dejar de mirar la pantalla. Así comienza sus movimientos, primero algo tímidos, después brutales sobre la tela del sofá, que va recibiendo no solo sus embestidas, sino los primeros caldos del placer. Mientras tanto, en la pantalla, el joven de la polla enorme, se ha cansado de follarse por todos los lugares imaginables, y alguno inimaginable, a las dos rubias y ahora éstas están arrodilladas, las mejillas rozándose, esperando la descarga de su polla. Él está frente al televisor, a punto de sentir el orgasmo, intentando retrasarlo, soñando como su vecina también decelera el movimiento, para esperar la descarga, en un triángulo imaginario de orgasmos. El actor mueve su polla con fuerza. Las actrices sacan la lengua como si esperaran agua de lluvia, él sigue con la piel de su polla arriba y abajo, abajo y arriba, y la vecina se abraza con fuerza a su sofá y a su vibrador, que no ha cesado en su empeño de hacerla gozar. Cuando el actor, por fin, lanza sus dentelladas calientes sobre el rostro de las jóvenes, él descarga sobre la mesita la suya imaginando a la vecina de arriba soñar con recibir ella también su leche, corriéndose sobre el sofá, acariciando sobre su pecho la leche imaginada, que del celuloide y las bocas de las jóvenes, que ahora se besan salomónicamente, pasaría a su cuello, a sus pechos, a su vientre. Cuando recupera el aliento, apagando la televisión, le entran las prisas, viendo las manchas de semen sobre el suelo y la mesita, a unos minutos de la llegada de su mujer. Arriba, dos pisos más, un hombre de avanzada edad, se masturba viendo una película porno en el canal de pago que regaló a su madre unos meses atrás. Y lo hace imaginándose sobre la vecina de abajo, la rubia que alimenta sus juegos hedonistas, mientras ella, inocente a tantos orgasmos y gemidos, comparte unas cervezas en un bar del centro con sus mejores amigas.

MICROS


Cuando se sentaron en el restaurante ella pensaba en lo difícil que le había resultado encontrar una persona interesante con la que ir a cenar. Cuando se levantaron, él lo siguió pensando.


Nota: él y ella son intercambiables al gusto del lector.

26 de abril de 2009


Papá, tus pies huelen a queso podrido muerto. Rubén, cuatro años.

25 de abril de 2009


Llevaba horas concentrada en aquel informe, todos los datos se agolpaban en mi cerebro sin dejarme pensar con claridad. Eran casi las ocho de la tarde y no se veía otra luz encendida en toda la planta que la de mi despacho.
Un aviso en la pantalla me comunicó que un nuevo mensaje de correo electrónico había llegado. El remitente, desconocido. Busqué en la libreta de direcciones del Outlook antes de abrirlo y vi que se trataba de alguien en la sucursal de Frankfurt. Abrí el archivo.
Comencé a sentir un calor indescriptible en todo el cuerpo y decidí bajar al cuarto de baño a despejarme un rato antes de continuar.
El edificio estaba en penumbra y no le vi venir. Héctor llegó al mismo tiempo que yo a los lavabos, nuestras manos se rozaron al abrir la puerta de acceso a los aseos.
- Vaya, veo que tú también trabajas hasta tarde.- dije ante la silueta de una dama que me indicaba qué puerta debía elegir.
- Ya ves, la presentación de mañana me tiene en jaque.
Sin saber qué, algo me impulsó y tomé el camino contrario entrando tras de él al aseo masculino.
Cuando Héctor se volvió asombrado, agarré con firmeza su corbata y le empujé hacia los retretes, le senté de un golpe sobre el inodoro y cerré la puerta.
Comenzamos a besarnos salvajemente, luchando por desprendernos de nuestra ropa a contrarreloj, sin contemplaciones.
A medio desnudar, me arrodillé ante él y comencé a acariciar su pene, totalmente erecto ya, mientras él agarraba con firmeza mis pechos, pellizcando mis pezones y observándome mientras gemía ante aquel estímulo.
Mi lengua comenzó a moverse lentamente, de abajo hacia arriba recorriendo su polla mientras mis manos la agarraban con firmeza. Mis labios mordisqueaban todo su miembro, deseosa por sentirlo en mi boca, notar como me llenaba y ahogaba mi garganta. Como sus manos agarrando mi nuca me animaban a continuar.
El sabor de su sexo me invadía, jugaba con mi lengua y mis manos siguiendo el compás, escuchando su respiración agitada, sintiendo un latido cada vez más fuerte en mi entrepierna.
Entonces él se levantó y alzándome me sentó sobre la cisterna y abrió mis piernas, apoyé mis pies en la puerta y noté sus manos abriendo mis nalgas, su lengua buscando mi sexo y la calidez de sus labios mordisqueando mi clítoris.
Sin dejar de besarlo, uno de sus dedos entró en mí y me hizo tensarme de nuevo, asiéndome a las paredes y apretando los dientes, empapando su barbilla de lo que le ofrecía.
Se movía con sabiduría, recorría mi interior como si lo hubiera hecho cientos de veces y jugaba con mi botoncito con asombrosa maestría. No podía contener el deseo que sentía y me acariciaba los pechos mientras me dejaba llevar con los ojos cerrados.
- Creo que voy a correrme.- acerté a decir.
Pero no permitió que me dejara llevar, trasladó su boca de unos labios a otros y me besó brutalmente mientras con rapidez rebuscaba en sus pantalones tirados y acertaba a colocarse un preservativo.
Al ver sus intenciones me levanté y le dí la espalda, me apoyé sobre los fríos azulejos y apoyé mi pierna derecha sobre el water para dejar que me penetrara con toda la comodidad que aquel pequeño cubículo nos permitía.
Al principio sentí una punzada de dolor que desapareció tras un par de embestidas y poco después noté como su miembro llegaba hasta el fondo de mí una y otra vez, sin concederme tregua alguna. Entonces lo noté, un calor me subía por todo el cuerpo y algún grito se escapó de mi garganta, llegaba el orgasmo y mi respiración se entrecortaba mientras sentía como él seguía empujando sin piedad, iba a perder el equilibrio porque el placer no permitía que mis piernas continuaran aguantando.
Entonces su mano acalló mis gemidos con brusquedad y noté como de un súbito empujón me acorralaba contra la pared y sus labios se pegaban a mi cuello, todo su cuerpo se tensó sobre mí y supe que él había sentido lo mismo que yo.
Nos vestimos en silencio sin saber qué decirnos hasta que él rompió el hielo.
- Que curioso, sabes que acabo de recibir un correo por error en el que me mandan un vídeo de una pareja follando en un baño…
- No me digas…


AMANECER DE UN ECLIPSE
No hubo suerte, salieron mal las cosas.
Ignoro mis errores, mas presumo
Que no fueron tan graves, tan punibles;
No estimo merecer tanto castigo.
Me niego en cualquier caso a arrepentirme
–Jamás fue mi intención causar congoja-,
Así que puede ser que al fin y al cabo
Consista en este exilio la justicia.
No obstante, pudo haber sido distinto:
La palabra, alegato irrefutable,
Fallando contra el cargo del silencio
Y haciendo conmutar esta ancha pena
Que el sueño en sus audiencias no redime
Ni al alba halla el cauterio del patíbulo

24 de abril de 2009

FEO


Mi madre dice que yo era más guapo que mis hijos. La suegra de una compañera afirma lo mismo de su hijo y sus nietos. ¿A alguien se le ocurriría decirle a un padre que su hijo no es una preciosidad? A los míos los veo extremadamente guapos, quienes los conocen dicen lo mismo pero ¿lo hacen por cumplir?¿estamos incapacitados los padres para ver que nuestros hijos son feos? Y ser feo no es ni más ni menos, es sin más. Pero igual que no somos capaces de verlos feos, ¿seremos capaces de culparles cuando haya un conflicto con terceras personas? Creo que no. El otro o la otra, que nunca me gustó ni me pareció suficiente para mi hijo o mi hija, será siempre el culpable de todo conflicto que surja. Supongo que es una herramienta de la naturaleza, una arruga más del instinto de supervivencia, para que la especie, el clan, perdure. Pero es posible encontrar casos en los que no hay más narices que aceptar que un bebé es feo. Yo soy el mejor ejemplo de que la sangre no basta para adulterar la realidad en esto de la belleza. No necesariamente hay que expresar ¡ pero qué feo es ! porque hay miles de formas de decir las cosas. Yo nací feo. No poco bonito. No poco agraciado, no. F E O, con todo el peso dramático que le queráis poner a esas tres letritas malditas. En el hospital valenciano en el que nací trabajaba mi tía, enfermera. Os podéis imaginar la ilusión, segundo sobrino, que va a nacer en el lugar en el que trabajas. Pues bien, eran tan horrendo, tan extremadamente feo, que mantuvo mi nacimiento en secreto. Y no le guardo rencor, porque sé que lo hizo o por mis padres, para evitarles el mal trago, o por sus compañeros, para no obligarlas a apretar los dientes, fingir una sonrisa y decir aquello de pero que cosita...Esto mismo acaba ocurriendo cuando ya eres mucho más mayor, y tu madre te sigue viendo guapo pese a que engordas, tienes entradas que parecen pistas de aterrizaje o te adornas el rostro con unas ojeras como torrijas que te golpean las rodillas cuando caminas ¿Y en el amor?¿no es nuestro amado o amada el más hermoso de todos? bueno, no siempre, dejo un chascarrillo. Ayer conocí a un hombre. Anda y ¿qué tal? Es simpático. Vaya, que es feo, ¿no? Si...

Para terminar esta frivolidad de artículo me quedo con las rimas de Fito: sé que soy mucho más guapo cuando no me siento feo...

MICROS


No sabe que le resulta más doloroso, si que su novio se marchara a Holanda para casarse con otra persona a una semana de la boda, que esa persona fuera un hombre o que ese hombre fuera su padre.

23 de abril de 2009

¿SOY TONTO?


Eh, no te precipites a contestar, dame al menos tiempo para argumentar el origen de mi pregunta.

Llevamos al mayor a natación a uno de los polideportivos nuevos de nuestra ciudad, a los que me niego a considerar públicos. Es bastante moderno, y esto incluye un sistema de registro de entrada por huella digital. En el encaje de bolillos que es la paternidad hoy en día, aprovecho esa media hora para nadar. Bueno, es un decir, hago unos largos entre cotilleo y cotilleo, porque paso más tiempo en el bordillo viendo lo que hace él que bajo el agua. El caso es que entramos los dos a la vez. Mi índice derecho descuenta baños de mi bono y el izquierdo habilita la entrada a mi hijo. Es sencillo. Él podría pasar por el torno conmigo, como hemos hecho hasta ahora, y si para ello utilizo el índice izquierdo mi saldo de baños no variaría jamás, y con 10 baños (¡ a 35 euros !) podría nadar todo el año, que me sobrarían 9. Pero no lo considero oportuno. Y no es miedo, que siempre fui muy miedoso, es que creo que las cosas hay que pagarlas. Nadie trabaja por amor al arte, por mucho que ame su profesión, el producto final debe tener un precio y el usuario pagarlo. Si no me gustara, si me pareciera caro, buscaría alternativas, pero jamás no pagar. Cuando un camarero me pone una cerveza en la mesa ¿os dais cuenta cuantos trabajadores hay tras la bandeja? los cientos de la fábrica de cerveza y la docena que habrán participado en su transporte y venta antes de que el camarero le quite la chapa a mi lado ¿me voy a negar a pagarle?¿me parece injusto que esto tenga un precio? Si me dan una vuelta incorrecta lo advierto al dependiente, igual si es a su favor como si es al mío. Incluso en los centros comerciales, porque me da por pensar que esa cajera o cajero podría tener problemas cuando no le cuadre al cierre. Soy así, tengo un sentido (subjetivo, por su puesto) de la justicia monetaria que me hace pensar que todo tiene un precio y que hay que pagarlo. Después, discutiremos si es precio es o no es excesivo. ¿Soy una capitalista inconsciente o un tonto consciente?

MICROS


Comenzaron integrándolo porque era diferente y lo lograron cuando consiguieron olvidar que lo era.


LIBROS

Hoy es el día del Libro. El 23 de abril es la fecha en la que Cervantes y Shakespeare murieron, falso, parece que Víctor Hugo investigó y creyó que así era, se dio por bueno ese hecho y se instituyó como día oficial del libro. Suele pasar, un error histórico convertido en verdad. Parece ser que Cervantes murió un día antes y que eso sí, fue enterrado el 23.

A pesar de esta anécdota hoy es un día importante ya que se le presta interés a la literatura, se rebajan el precio de los libros y se realizan numerosas actividades alrededor de los mismos. Por un día las bibliotecas, los escritores, los editores, El Quijote, etc, se convierten en protagonistas.

Los libros son pura magia, cuando uno se pone a leer es capaz de transportarse a un mundo imaginario que ha creado un narrador y sin verlo es capaz de descifrarlo, imaginarlo y a veces incluso vivirlo. Cuando uno coge un libro interesante es muy difícil no sentirse atraído por su contenido. Hay también libros infumables, yo cuando empiezo un libro y no consigo engancharme, lo cierro y lo guardo en la estantería. A veces vuelvo a darle otra oportunidad porque a veces uno necesita o busca unos temas que en determinados momentos de la vida no te interesan nada pero en otros sí.

Es importante reivindicar el libro, más aún en estos tiempos en los que las nuevas tecnologías nos invaden y nos crean un mundo ficticio que se hace real para nuestras mentes. Aunque haya cosas que no pasen realmente, nosotros podemos verlas en la televisión o en el ordenador y creer que han sucedido, sin embargo en un libro cada uno de los que lo leen es capaz de imaginar una realidad diferente a la que puede sentir o entender cualquier otro. Esa es su verdadera magia.

Este año mi libro favorito ha sido El corazón helado de Almudena Grandes. Ha supuesto un cambio en mi manera de ver y entender un libro. Esta historia ha conseguido provocarme una serie de sentimientos que no había logrado producirme nunca ningún otro libro, se me ha puesto la piel de gallina y he llorado varias veces. Seguramente sea la forma de narrar, muy probablemente el tema que me resulta espeluznante, lo que sé es que ese es mi libro del año.

Ayer empecé el último de Cercas, Anatomía de un instante. El prólogo ya es muy interesante. ¿Cómo recuerdas tú el 23 F? Yo era muy pequeño y no lo recuerdo más que en instantes fugaces. Resulta que todos asociamos ese hecho con las imágenes de Tejero entrando en el Congreso, sus gritos y sus disparos al aire. Pero resulta que esas imágenes nadie las pudo ver en directo, sólo los técnicos de TVE. El resto de los españoles no las vimos hasta el día 24. El 23 fue un día de radio, única señal que sí se mantuvo en antena durante el asalto.

¡Qué juguetona es la imaginación!. Y qué gozoso es sentarse y empezar a leer un buen libro.

22 de abril de 2009

LA CRISIS Y LA EMPATÍA

Madrugo mucho para evitar el tráfico. Eso me regala situaciones curiosas. Me encuentro a la misma gente en el mismo lugar, al mismo tipo con el megane esperando para aparcar en mi sitio, que ya nos saludamos con una sonrisa, tengo que esperar a que el kioskero termine de abrir su chiringuito para llevarme el periódico...Últimamente, en el edificio frente a mis oficinas, de esos todo de cristal que brinda una intimidad nula, venía encontrándome a un tipo sentado en su ordenador, las luces sólo de su planta encendidas. Al principio fueron miradas despistadas, pero poco a poco cada día he ido gastando más tiempo en observarlo, en empatizar, en definitiva, con otro madrugador. Es un tipo moreno, me lo imagino de estatura media, mediada la treintena. Suele llevar camisas blancas o claras. Probablemente corbata, porque en el asiento me parece adivinar la chaqueta de un traje. Mira la pantalla y mueve papeles. No está navegando por la red. Eso me hace pensar que está ahí por trabajo. No madruga para evitar el tráfico. No lee el periódico. Su realidad es la pantalla del ordenador y los informes que maneja. Es el primero en llegar porque tal vez sea el último que lo haya hecho y tenga que ganar puntos. Tal vez tenga un jefe cabrón que le impone un nivel de rendimiento inhumano, obligándolo a rendir pleitesía al alba y dejarse las pestañas en los informes antes de que el sol comience su jornada. Tal vez sea un huraño que recela del trato con los compañeros y busca estar el mayor tiempo posible sólo en la oficina. Tal vez esté manejando información clasificada, importante, secreta, y necesite de la soledad casi clandestina del madrugador. Pero ¿sabéis lo que tiendo a pensar ahora? que es un tipo agobiado, que la hipoteca exprime su sonrisa, que su primer hijo no le deja dormir y las preocupaciones menos, con un trabajo inestable, con movimientos en la empresa que le hacen pensar que hoy está ahí, pero tal vez mañana no tenga que madrugar tanto. Empatizo. Está preocupado, ese asiento que ocupa pende de un hilo lejano y esa angustia le obliga a trabajar sin descanso, a no cometer el más mínimo error que justifique a quién sabe quién a usar la tijera con ese diminuto hilo que lo separa de la angustia del paro. Lo peor de todo fue que el martes, a la vuelta de las vacaciones de Semana Santa, no estaba ahí. Sobre el edificio ya se desperezaba el día, pero estaba a oscuras. Y me preocupé. Pensé que la tijera había ejercitado el don para el que había sido creada. Solo unos días después, cuando volvimos a coincidir en el madrugón, respiré tranquilo, este chico sigue sufriendo, ahí, frente a mí, todo está tranquilo. Empatizo.

MICROS


La quería tanto, por encima de la razón, que cuando le dijo que estaba enamorada de otro hombre, no pudo más que sonreír. Ella era feliz ¿no se trataba de eso?

21 de abril de 2009

FELICIDAD ESTANCA


La felicidad es una utopía, que como decía Galeano, sirve para seguir caminando. Y también, y sobre todo, por suerte, un concepto subjetivo. Porque solo faltaría eso, que nuestra felicidad, que depende de terceras personas de forma implícita, lo hiciera también de forma explícita ¿Os imagináis siendo felices solo cuando los demás os vieran felices?
Pero ¿existe la felicidad pura? ¿Cómo se define la felicidad?¿cuando los momentos buenos ganan a los malos? Creo que lo único que existe es la felicidad estanca, un momento en el que los astros se conjuran para sacarle a los dados del destino un doble seis y hacer saltar la banca de las sonrisas. Si el aislamiento es el adecuado, puedes sentirte pura, sencilla y llanamente FELIZ. Con todas sus letras, todos sus suspiros y todas sus descargas anímico-electricas. Pero a poco que bajes la guardia, la realidad se te cuela por las rendijas, y la realidad es tenaz en su capacidad horadadora, con cuchillas de raciocinio va minando tus defensas y al final la felicidad estanca pierde su independencia y se te cuelan los problemas, las preocupaciones, la incertidumbre, y vuelves a ser el humano vulnerable de siempre. Puede ser un resfriado de un niño, los resultados de una prueba médica, los problemas con tu pareja, las inclemencias del clima laboral, los números rojos de tu cuenta, la lista de cápsulas de anti-felicidad son numerosas. Pero es cierto que hay algunos momentos en los que a la realidad le cuesta mucho, pero mucho colarse. Hay segundos en la vida en los que todo desaparece. Tal vez ese primer beso, cuando hasta el mundo entero parece desaparecer bajo tus pies. Incluso momentos mucho menos poéticos, como cuando ves tu aprobado en la última asignatura de la carrera. Y, desde luego, hay un momento por encima de todos. Y es injusto, porque no todo el mundo lo ha podido vivir, pero la primera vez que tienes a tu hijo en brazos, en un entorno normalmente nada favorable a la felicidad plena, con desconocidos en bata, sangre, sudores y el recuerdo de los gritos y los esfuerzos. Pero en ese instante, cuando te inclinas y besas a tu hijo con ese indescriptible olor que tiene la vida recién llegada, entonces eres feliz sin paliativos, sin realidades, sin hipotecas, resfriados, paros, que se interpongan. Luego, es probable que te llegue la angustia, de saber si serás capaz de hacerlo bien, de si tendrá salud, de si os irán las cosas bien para que no le falte de nada y ese largo etcétera de realidades tozudas. Pero durante unos minutos habéis sido el centro neurálgico de vuestra propia felicidad. El nacimiento de un hijo es la cámara hiperbárica de la felicidad. A ella recurro, en forma de abrazo, de risa, de palabras divertidas, cuando las cápsulas de realidad se ponen de morros. Y de momento, funciona.

MICROS


Empezó engañando a todo el mundo, tanto que, al final, acabó engañándose sólo a sí mismo.

20 de abril de 2009

DOS A UNO


Quedaros un segundo aquí. La frase no ha calado lo más mínimo, la voz varonil apenas si ha subido ligeramente por encima de la wii. Ellos suben al despacho del piso superior. Cierran la puerta y se besan apasionadamente. Ya no aguantaba más. La ha cogido por el cuello y beso en ristre la ha dejado sobre la mesa. Ella abre las piernas. Yo tampoco aguantaba más. Las palabras se entrecruzan con los labios. No tienen tiempo de preámbulos ni de quitarse la ropa, que bien lo hubieran hecho a mordiscos. Ella se da la vuelta, levanta la falta y sonríe, antes de bajarse el tanga. Él no necesita más. Saca su polla, la humedece ligeramente con los dedos y entra en el coño con suma facilidad. Están unos segundos así, reconociéndose en los gemidos, y después empiezan los movimientos. Sabe perfectamente lo que le gusta, así que mete la mano entre las piernas y la mesa, de tal forma que igual que su polla ha empezado a entrar y salir del coño, él puede acariciar el clítoris. Los movimientos son intensos y serenos. No necesitan de la velocidad, sino de la presión, del contacto. Ella va a sentir un orgasmo. La polla y los dedos son demasiado para sus ansiosos sentidos. Me corro, susurra sobre unos papeles, que acaban cayéndose al suelo con cierto estruendo. Cuando termina el orgasmo se da la vuelta, se arrodilla y se mete la polla en la boca con ansia. Pero en ese instante se escuchan ruidos en el piso de abajo. Cuidado, inquiere él, vamos a dejarlo. Pero…pone rostro de pena. No te preocupes, mi niña, me debes una.
Mientras esto ocurría en el piso de arriba, abajo tenía lugar otra escena. Al quedarse solos, los jóvenes se han mirado con risa contenida. Joder, niña, como te queda esa camiseta ajustada, llevo toda la tarde cachondo, y la coge la mano para ponérsela en el abultado paquete. ¡Eres un cerdo ¡ Ya, un cerdo, pero te gusta. No seas bruto, que están arriba. Tú déjame hacer a mí, ¿vale?.¿Qué estás diciendo? No tuvo tiempo de más interpelaciones, unos labios y una lengua zanjaron la disputa. Al tiempo una mano entró en su entrepierna, comenzando a acariciar con suavidad su coño por encima de las diminutas braguitas. Se hubiera resistido por miedo, pero los dedos sabían lo que hacían y ha perdido por completo el control. Tanto que no tardó ni un segundo en olvidarse de dónde estaban, de quienes estaban arriba, y abrazarse a su chico para dejarse llevar definitivamente. Intentaba serenar los gemidos, pero la situación, la mano sabia, las palabras soeces en su oído, eran demasiado para poder controlarse. Se escucharon unos papeles caer al suelo un segundo antes de que un orgasmo la obligara a estirar la pierna, golpeando los mandos y escondiendo con cierta fortuna, los últimos estertores del placer en forma de gemidos sordos sobre el pecho de su amante ¿Ves como te iba a gustar? Y ahora, ¿qué? susurra ella acercándose a la bragueta. No, tranqui, que estarán a punto de bajar, mejor me debes una, de las buenas. ¿De las de correrte en mi boca? Si, de esas, y se besaron por última vez antes de volver a los mandos de la wii.
Y mientras tanto había un tercer escenario, un oscuro parking no muy lejos de la vivienda, donde dos amantes se lanzaban a devorarse. No sé si lo que hacemos está bien, preguntaba ella. A mí me parece que está divinamente, susurraba él, abriéndole la camisa para amasar unos pechos por los que siente una desenfrenada locura. Llevo toda la tarde soñando con comerte las tetas, esto es una puta tortura. No hay tiempo, cariño. Y se inclina para sacarle la polla, que dura recibe los primeros lametones con salvas calientes y latidos. Ella sabe que si hace las cosas bien no tardará en sentir sobre su boca el orgasmo. Así que se concentra, el calor aquí, la lengua allá, los gemidos por aquí, unos ojitos de niña ansiosa por acá y la primera dentellada de leche invade su boca. Entonces se la mete entera para recibirla sin remisión y tragarla, sin dejar de besar y de sentirse extrañamente plena. Cuando ambos se recuperan a él le parece injusto. No te preocupes, sentencia ella, poniendo el coche en marcha, me debes una, se nos enfriarán las pizzas.
Al llegar han encontrado a los jóvenes jugando a la wii. Pero bueno, cariño, reprende ella a su hija, ¿tú también te vas a enganchar a la maquinita esta? Tranquila, María, interviene el joven, es imposible que se vaya a enganchar, que ya lo está. ¿Estos?, interviene el padre, que baja en ese instante por las escaleras, no saben hacer otra cosa que darle al cacharrito. Detrás de él viene otra mujer, que se abraza al hombre que acaba de llegar con las pizzas en la mano. Cariño, ¿me la has traído con queso? No, piensa, el queso se lo ha comido ella. Pero no dice nada, se limita a besarla y a enseñarle la caja. Ambas parejas se sientan en la mesa, juntos, bromeando, y llaman a lo hijos. A cenar, chicos, a cenar…

MICROS


Dos hombres se detienen frente una la escultura del dictador montando a caballo.

- La verdad es que es un animal de colosales proporciones.

- Sí, y el caballo es bastante grante también.


Nota: en este micro podéis poner el animal que consideréis sobre el caballo, desgraciadamente para la historia de la humanidad, sobran las variables.

19 de abril de 2009


Veo, veo...¿cómo se llama esa cosa amarilla que se echa papá en el pelo? Gomina. Ah, pues empieza por go...Rubén, cuatro años.

18 de abril de 2009


LA EXTINCIÓN
Tras concluir su axiomático discurso
Una ovación unánime y cerrada
Saludó sus propuestas.

A nadie sorprendió que, acto seguido,
Una a una resultasen rechazadas
Con solamente un voto de abstención
Y el resto siempre en contra.

17 de abril de 2009

NOSTALGIA

La nostalgia se me agarra a la garganta algunas veces y me obliga a beber agua, a serenarme, a mirar a otro lado para no darme cuenta de lo que me pasa. Me educaron en el sexista principio de que los hombres no lloran, y yo soy un tipo muy educadito.
No defiendo, ni mucho menos, que cualquier tiempo pasado fue mejor. Siendo padre eso sería un crimen. Pero creo que soy lo que soy gracias a lo que fui. Y luego la vida pasa muy deprisa, y el mundo evoluciona contigo, y los que vivimos en una misma ciudad toda la vida (al menos de momento) no siempre tenemos esa sensación de pérdida que invita a la nostalgia cuando vuelves a tus orígenes. Mi barrio ha crecido conmigo, hemos evolucionado juntos y en cierta medida, no he salido de él. Camino por sus calles y veo el paseo con mi hijo hace una semana y no las rampas arenosas que rasgaban mis rodillas en los ochenta. La nostalgia la trae un golpe de viento, una persona que llevas años sin ver, un recuerdo repentino, una fotografía…
Ahí estamos. Gracias Javier, viejo amigo, por este regalo. Años ochenta. Toda la vida por delante. El mayor problema en aquellas tardes era que lloviera y eso no nos permitiera salir a jugar. Me reconozco. Me añoro. Los veo a ellos y los echo de menos. Y fui yo quizá el primero, que sin salir del barrio, me marché. Así que ellos, los que todavía en cierto modo están allí aunque también se hayan marchado, me miran con cara rara y piensan que me ha llegado la vejez antes de tiempo. Es posible, es posible que mi tendencia a la nostalgia me traiga las canas al alma antes de tiempo. Pero esta foto me ha revuelto los entresijos, me ha hecho sentir una añoranza espesa, entre dulce y amarga, la sensación de tener un tesoro y recuperarlo sin haberlo perdido. Hay pocos documentos gráficos de este tipo, los móviles eran una entelequia peliculera y las cámaras un objeto de lujo reservado a vacaciones y eventos familiares. Por eso esta foto tiene un incalculable valor. Ayer se la enseñé a mi madre y sé que a ella también se le nublaron los ojos de la memoria, y suspiró por dentro, viendo a su pequeño, y su infancia, cuando ella era el centro de nuestro mundo y lo podía controlar todo. Después no pude resistir la tentación. Cogí esa misma copia y la dejé en el buzón del 4º F, con una breve nota: esta foto es para vuestro hijo (el que está a mi lado, al que no veo desde hace casi una década), con todo mi cariño. Y mi correo. Me diréis que estoy loco, pero desde que tengo esta fotografía creo que he saldado una cuenta pendiente con ellos y a la postre con mi infancia. Porque, aunque en estas pixeladas tierras parezca que soy una persona abierta, soy más bien hermético en mis sentimientos, y nunca les conté lo importantes que fueron para mí, porque repito, soy lo que soy gracias a lo que fui y a con quién lo fui. Ahora nos miro y pienso, ¿y si volviéramos todos a ese mismo espacio, a colocarnos en la misma postura, a reencontrarnos y sacarnos la misma foto con 30 años de nostalgia encima?¿creéis que estoy loco?

MICROS


Él sabía que ella sabía que él sabía que ella sbía que él sabía que la quería. Ella quería que él quisiera que ella quisiera que él quisiera que ella quisiera que él la quisiera. Y entre tanto saber y querer olvidaron amarse.

16 de abril de 2009

NEIRA

Neira: "vuelvo a la vida";
El mundo, 16 abril 2009: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/04/16/madrid/1239877641.html


No necesita análisis...

UN AMIGO QUE...


¿Sabéis el chascarrillo ese de un tipo que acude al médico y dice tengo un amigo, un amigo, eh, no yo, que tiene una disfunción eréctil, y quisiera sabAñadir imagener que le recomendaría doctor? ¿sí? pues digamos que yo voy a contar la historia de un amigo que...

Mi amigo dirige un pequeño departamento de una gran multinacional. La multinacional ha decidido llevarse buena parte del trabajo realizado en España al extranjero, centralizando en un par de ciudades todas las tareas desarrolladas en los países europeos. Eso supone el despido programado de muchísimas personas, entre ellas el total de las que él dirige. Mi amigo está ahora mismo es un tesitura bastante dura, en una especie de corredor de la muerte emocional-laboral. Sus trabajadores saben que sus días están contados, que sus esfuerzos tienen fecha de caducidad inamovible. Os podéis hacer a la idea de lo que supone para él tener que dirigir y motivar a personas en esa situación. Y responden. Lo están haciendo. Y la tesitura es todavía más engorrosa, más dolorosa, más humillante puede ser la palabra que busco, porque mi amigo, y su equipo, tienen ahora que formar a las personas que les van a quitar el trabajo. Van a tener que enseñar un trabajo que saben ellos hacer a personas que no tienen la más remota idea, para que esas personas lo hagan en un futuro y ellos vayan a la calle. La situación no puede ser más cómico-dramática. Mi amigo está en un sin vivir y se encuentra entristecido intentando encontrarle sentido a lo que no lo tiene y herramientas para hacer del parto de esta sinrazón algo menos doloroso. Y encima, digo, dice, mi amigo, todo esto en inglés, para más inri...

MICROS


No sabía si era martes, miércoles o domingo. Si era 3, 7 o 15. O si era marzo, noviembre o diciembre. Sabía que era el día en el que diría ¡ basta !

15 de abril de 2009

NO, ES QUE YO SOY DE...


La vida es una constante toma de decisiones. Pero hasta en lo más insignificante. Nos pasamos la vida eligiendo y viviendo en un axioma con respecto a nuestras decisiones. Desde la infancia. O Colacao o Nesquik. Si eres de uno no eres de otro. No, es que yo tomo colacao. Tente o Lego. Clicks o argamboys. Fútbol o baloncesto. Chicos o chicas. Y de mayor sigue todo igual. Cerveza ¿con o sin? Café ¿sólo o con leche? ¿azucar o sacarina? ¿frío o caliente? Que si invitas a desayunar a una familia tienes que tener colacao, nesquik, leche entera y desnatada (¡ o semi!), azucar y sacarina, galletas y magdalenas...es un estrés. Normalmente te invitan a ser de playa o de montaña, lo cual es una putada para los asturianos, por ejemplo, que tienen lo uno y lo otro a dos palmos. Si te gusta el cine americano lo más lógico es que digas que el español es una basura. ¿Eres de diesel o de gasolina? Y todo el mundo tiene argumentos más que razonados y hasta razonables para ser de lo uno y de lo otro, pero al final nos encasillamos tanto que pensar en la libertad me parece hasta ofensivo. Pelo ¿largo o corto? ¿Izquierda o derecha?¿Madrid o Barsa? ¿Centros comerciales grandes o pequeño comercio? ¿qué sería lo contrario de ligth?¿Coca-cola o Pepsi?¿producto nacional o extranjero?¿rubias o morenas?¿pechos grandes o pequeños?¿ojos oscuros o claros?¿rock o pop? La lista es interminable, así que yo, que soy de colacao, me voy a tomar un nesquik y pienso comprarle a mi hijo un lego enorme...no, no, no puedo...no puedo...lo siento, no puedo.

MICROS


Unas décimas de segundo antes de que el hierro atravesara el cristal sintió un extraño alivio y recordó sus últimas palabras, tranquilo, cariño, hoy te dejo que te sientes delante.

14 de abril de 2009

VOLVER

Hemos vuelto todos ¿verdad? Eso es lo importante, que estemos todos de vuelta. Y que los que no lo estemos sea porque hemos encontrado la soledad, o a la Soledad, en este pequeño retiro semanasantero, y no nos merezca la pena volver. Que esa soledad sustantivo o esa Soledad nombre propio nos haya trastocado tanto nuestros cimientos que estemos ahora abriendo una nueva etapa en nuestras vidas. A los demás, los quiero a todos aquí, como cada retorno. A los de Soledad, les echaremos de menos, pero merecerá la pena, seguro.
Una vez pasada lista me gustaría dejaros una pequeña reflexión sobre esto de la vuelta a casa. Para nuestro hijo mayor, que suele encontrar en todos los lugares a los que va un cariño especial (se lo gana) y espacios inacabables para los juegos, volver no es fácil. Es el retorno a los horarios estrictos, los madrugones previos al cole, la rutina. Así que vamos buscándole la motivación con volver a ver a sus amiguitos del cole, los juguetes de casa, su habitación. Queremos que sienta la casa como un espacio suyo, acogedor y protegedor donde refugiarse de las inclemencias de la vida, que poco a poco le irán llegando. Para los adultos es algo similar. Es cierto que fuera, en las vacaciones, en la casa de verano, en el hotel, en el apartamento, en la casa del pueblo, en la de los amigos, están lo diferente, lo extraordinario. Pero en casa todo está en su sitio, es reconocible, afable, sencillo y esperable. La rutina nos ayuda a dormir, como a los niños. ¿Y sabéis lo que más echo de menos en las vacaciones? siempre, siempre, la cama. Mi enorme cama de colchón perfecto, que me conoce, que me acuna, que me acoge (menos tiempo del que me gustaría). Cada vuelta es la misma sensación, me meto en la cama, estiro las piernas sin encontrar su fin, me topo con las de mi pareja, maravillosa sorpresa, y suspiro, ummmm mi camita, como te he echado de menos.

EL POLVO DE LA PAZ

Nota del autor: este micro solo consta de título.

8 de abril de 2009

MÍMESIS INFANTIL



Viaje de vacaciones. Padres modernos, todo preparado, biberón de emergencia, agua, pan, galletas, d.v.d. con las últimas películas, a la moda del muchacho, bolsas para posibles emergencias estomacales; todo controlado. A mitad de viaje el pequeño se pone a llorar. No hay consuelo posible. El llanto va del ronroneo apenas imperceptible al berreo, digamos, molesto. La madre, sin responsabilidad al volante y una gama de recursos inacabable, intenta una y otra vez calmar a la pequeña fiera. Pero sus esfuerzos son infructuosos, y mientras el caucho devora kilómetros, el pequeño va minando nuestra paciencia. Y ahí es donde ocurre el milagro. El mayor, que hasta ese momento se había mantenido atento a la película, envidia el protagonismo del pequeño, dueño de los nervios del vehículo y cuando aparecen las letras de crédito se da cuenta de que le duele la pierna, no mucho, muchísimo, pero que muchísimo de verdad. Cuanto más lloraba el pequeño, más le dolía la pierna al mayor, así que la madre (sin responsabilidades al volante y con…) se multiplicaba, chupete para acá, masaje para allá, chupete para allá, uy no, aquí era el masaje. Ahí es donde la naturaleza obró el milagro, el dolor de uno es el del otro y a la inversa, en una danza de lamentaciones de lo más variada. Al final, por los mismos entresijos misteriosos que había llegado el baile de llantos este se fue, empezando por el pequeño, que dormitó con cara de no haber roto nunca un plato, y al mayor, que le pesó demasiado la responsabilidad de la actuación en soledad, dejó de dolerle, pero que muchísimo, la pierna.
¿Conclusión? Lo primero que haré al llegar a Madrid será llamar al centro de salud para pedir cita al especialista para que me hagan una vasectomía.

MICROS


Buscando el hotel comprendió que podría ser un buen amante, no tuvo el más mínimo problema en preguntar al no saber donde estaba lo que buscaban.

7 de abril de 2009

SE VENDE NICHO


El último programa que vi de callejeros versaba sobre cosas raras que están a la venta. Bueno, no raras por serlo intrínsecamente, sino por estar a la venta. Aficiones curiosas como los trajes de guerra de época, incluso con reproducciones reales de batallas en las que muchos fachas se creían a pies puntillas ser requetés de los que requete tocan los huevos. Así recorrían la piel de toro (a uno le da por ser tópico en vacaciones) buscando serpientes en venta, cobayas, trajes de travestís, pelucas y demás peculiaridades carne de e-bay. Pero lo que más me impactó fue el mercado de nichos de segunda mano. Sí, nichos. Bueno, en realidad no me impactó tanto que estuvieran a la venta, que uno ya está curado de espanto en este sentido, sino que lo estuvieran al precio que comentaban sus vendedores: 24 mil euros. Qué barbaridad, lo caro que le puede salir a uno morirse. Y vendían su producto con salero, eso no lo voy a negar, que si era soleado, que si de fácil acceso, si en primera línea, que solo le faltaba decir que tenía cuarto de baño y cocina americana y me da por pensar que me están vendiendo un apartamento en Benidorm. Y a todo esto, ¿el finado nota el sol? Porque menuda responsabilidad para los familiares, que si le ponen un edificio a poniente, que si vaya invierno más frío, pobrecillo. Mi pregunta es, ¿hay mercado?¿estos vendedores van a encontrar futuros difuntos interesados en el nicho soleado? Yo lo tengo claro, cuando me muera que donen mi cuerpo a la ciencia si es que ésta no me desahucia por manifiestos desperfectos. Y si es así, y las incineraciones se ponen de moda con el libre mercado y se ponen por las nubes, que me busquen el nicho más oscuro y barato del más olvidado de los cementerios. Soy carabanchelero, en el olvido me puedo sentir como en casa.

MICROS



Dudó un instante si dejar a los niños o llevárselos a pagar la gasolina, y se decidió diez segundos antes de que un camión sin control convirtiera su coche en chatarra.



6 de abril de 2009

SOY TU PUTA


Soy tu puta, tendrás que decir que he de hacer. Se subió a la mesa del gran salón, abriendo obscenamente las piernas. Bajo la minifalda tableada no llevaba ropa interior, y entre las sombras se adivinaba un sexo cuidado, una depilación profesional y todo el deseo que uno puede imaginar en una situación así. Él se recreó con la vista, acariciándose los genitales por encima de los vaqueros ajustados. Me gusta la idea, dijo, y tomó el control. Entre ellos mediaba todo el salón.
Abre las piernas más, mucho más y sube los pies a la mesa. Quítate todo menos los zapatos. Ella obedece cada orden con sensual profesionalidad. Se quita la camiseta de tirantes ajustada y debajo, escondiendo unos pechos sugerentes, no hay tampoco ropa interior que tiranice la piel. Los pezones erectos, y el pecho, que se negó siempre al bisturí, de una natural belleza, le regalaban una hermosa estampa. Después la falda, que fue cayendo de los muslos a los tobillos y de allí lanzada contra el sofá, mudo testigo del juego. Ahora quiero que te acaricies los pechos y vuelve a abrir las piernas, quiero ver como tu coño acaba chorreando sobre la mesa. Ella obedece, y pasea sus manos por los pechos, sin prisas, masajeando lo justo. Chúpate los pezones. Con la mano derecha alza el pecho y busca con la lengua el pezón. La humedad la excita, ¿quién se lo iba a decir? Hace lo mismo con el otro pecho y espera nuevas órdenes. Mientras tanto él se ha bajado los pantalones y los calzoncillos y va dando las nuevas órdenes con la polla en la mano, en un ligero vaivén. Métete un dedo en la boca y chúpalo como si fuera mi polla. Obedece de nuevo, sintiendo los dedos y fantaseando con que ciertamente es la polla que está creciendo a unos metros de sus gemidos. Saca la lengua para que él pueda ver como su polla, si fuera los dedos, va entrando y saliendo de la boca acompañada de lametazos. Quiero que lleves esos dedos como si fuera mi polla por tu cara. Los pasea, sin esfuerzo, imaginando que en verdad es una polla, por las mejillas, el cuello, la nariz, la cuenca de los ojos, las orejas. La cálida humedad da realismo al juego y descarga sobre ella millones de explosiones de placer. Ahora quiero que vayas a tu coño ¡ con la otra mano ¡, advierte, y te acaricies, que te vayas preparando para mi polla. Primero con los dedos en forma de “v” va de la parte superior a la inferior de los labios, cerciorándose de que la humedad es la adecuada. No es consciente, pero ha comenzado a bascular la pelvis. Métete un dedo dentro. Obedece mientras se le escapa un gemido sordo al sentir su propio dedo penetrarla. Ahora dos. Y hasta tres, que ya entran como si su coño fuera mantequilla. Ahora mi polla, que recuerda que son los dedos que estuvieron en tu boca. Cambia unos dedos por otros y pierde la mirada en el techo, sobre la carísima lámpara de cristal. En verdad el coño chorrea ya sobre el nogal de la mesa. Ahora quiero que metas otro dedo en tu culo. Previsora, humedece el dedo antes de obedecer el nuevo mandato, y levantando un poco la pelvis, entrando por debajo de los glúteos, complace a su comandante. No es la primera vez que algo alargado entra en su culo, así que no le ha costado, pese a la precaria postura, acceder a los nuevos deseos. Así se masturban, uno frente al otro, durante unos segundos, tan intensos que ella teme correrse antes. Ahora quiero que vengas de rodillas hacia mí, como si fueras una gatita en celo. Agradece el fin del juego, no le hubiera gustado ser la primera en sucumbir al orgasmo. Tal y como le ha solicitado, camina contoneándose como una gatita hasta que llega a su altura. Tan cerca que ha sentido el maravilloso olor de la polla erecta. Yérguete, y lleva las manos a la espalda, como si estuvieras esposada. En esa pose tiene la polla a la altura de la boca, siente hasta su calor apenas a unos centímetros, pero no se atreve a hacer nada. Cierra los ojos. Él se acerca y con la polla va recorriendo su rostro, por los mismos rincones por los que los dedos habían preparado el camino. Ahora saca la lengua. Cuando lo hace frota la parte superior de su polla contra ella, de izquierda a derecha. Después, sin mediar orden alguno, la mete en la boca, sin brusquedad. Y comienza el baile. Ella aprieta los ojos con fuerza y al tiempo que se la come intenta controlar el orgasmo que sigue peligrosamente a las puertas. Para facilitar el trabajo él la coge de las coletas a la vez que va apretando su culo. Entra con fuerza, pero sin violencia, y lo hace hasta donde parece físicamente posible. Ahora los gemidos son salvajes, perdido por completo el control entre ambos. Ella ansía la descarga, en cualquiera de las embestidas imagina la leche llenando su boca. Pero él tiene otros planes. Cuando siente que el orgasmo sobreviene sin remedio saca la polla de la boca y lanza unos últimos movimientos con su mano. Así la leche, que pareciera desesperada, a tenor de la violencia de las dentelladas, se dispara por el suelo. Cuando recupera el aliento da una última orden. Ahora quiero que recojas con la boca lo que has desperdiciado. Ella obedece, loca de placer, y se inclina hasta recoger con la lengua todo el semen esparcido por el suelo. Después se sienta y sonríe, los labios manchados aún. Él también sonríe y pregunta ¿te ha gustado? Sí, responde ella, poniéndose en pie, me ha gustado mucho, ¿el lunes a la misma hora? Lo que tú digas. Cuando termina de vestirse sonríe por última vez y espera. Ella hace un gesto como de despiste y sonríe de nuevo, perdona, el dinero te lo he dejado en la entrada.

MICROS


Fue triste que ninguno de los dos cayera en la cuenta de que no habían metido preservativos en la maleta, pero más triste fue que no se dieran cuenta hasta la vuelta.

5 de abril de 2009


Papá, ¿Carabanchel es un planeta de Madrid?
Sí, hijo, y de los más olvidados.

4 de abril de 2009



CASINO
Me la juego a una carta,
De farol,
Contra el póquer de sombras que enarbola el vacío.
Ya no hay partida, está
Toda la suerte echada:
No me queda ni un as
Debajo de la manga
Y nunca se me dieron nada bien
Los juegos de baraja.
El glauco terciopelo del tapete,
Mugriento de tabaco y vino tinto,
Mudó el color ya a un huero
Son pardusco,
Análogo al silencio que escolta al turbio ocaso.
Se sabe que la casa
Nunca pierde;
Nada importan las ruinas
Si, extintas ya las osas
De los cielos,
Magnético en mi entorno me confundo
Atado a un Polo Norte sin destino.
Al fondo hacia la izquierda, en la ruleta,
El plomo y las entrañas se entrelazan,
Preñados de estallido y lava herida,
En tanto una madame, funesta y seria,
Me advierte que me vaya preparando,
Pues bien pronto –en limpiándose la sangre-,
Fatal,
Será mi turno.

3 de abril de 2009

AMOR A LOS OCHENTA

Siempre me sentí en la frontera, un poco el último de la fila cuando se trataba de robarle, como los piratas, un simple beso a tus fresones rebeldes. Y aun así, entre la fangoria de tus desprecios me sentía como en la casa azul donde la buena vida es un axioma. No me da miedo el siniestro total de mi corazón, y me lanzo al objetivo, en extremo duro, de descifrar tu mecano, y mis dedos, como héroes del silencio, presuntos implicados en las caricias que sientes, los sencillos dedos que me llevaron a las puertas de la parálisis permanente cuando me dijiste que no, que estabas cansada de hombres Grandes, buscan ahora, entre brincos, que el dúo dinámico de esas aceitunas que tienes por ojos, me regalen una sonrisa. Buscan la fórmula V que rompa el maleficio de tu negativa, desperados de no encontrarla, esclarecidos los motivos de tu gesto torcido, no encuentran salida. Les doy estopa, y jarabe de palo si hace falta, porque loquillo me volvería si no lograra al fín la unión de tus labios con los míos. No pido el maná eterno, me conformaría con no tener este martirio de no haberlos besado nunca. No me da pereza pensar en el tiempo que esperaré, como un pingüino en mi ascensor, o un enfermo en la seguridad social, tus carmines rebeldes, que son como una navajita platea que corta mi corazón, merecen la pena. ¿No escuchas el tam tam go de mi corazón? los sencillos latidos de un corazón enamorado. No seas tan fría, no me condenes a vivir en alaska, no llames aun a derribos arias para derrumbar mis ilusiones. Acéptame un tequila y dame tiempo, el azucar moreno de tu piel es lo único que me queda, es el cadillac de mis esperanzas. Haré una barricada frente a tu negativa, y no me marcharé hasta que la danza invisible de tus ojos te lleven a mí...te espero

MICROS


Unos segundos después del bofetón se paró a valorar: el beso había merecido la pena.

Cine en blanco y negro

La semana que viene ElCultureta saldrá de casa y comentará las fotografías en blanco y negro de Nueva York que se exponen en Telefónica y en LaCasaEncendida. Esta semana nos vamos a conformar con ver cine en la tele.

Garci ha vuelto. Al igual que muchos políticos "nacionales" del PP, tuvo que abandonar el "Estado" e irse a la Comunidades donde les dan cobijo. A Garci no le ha tocado un puesto de consejero en CajaMadrid, le ha tocado un programa en la tele, como a Sánchez Dragó.

El martes vi en LaOtra, canal insurgente, LA NOCHE DEL CAZADOR, de Charles Laughton. Me acuerdo que también la puso en La2, el día de la final de Operacion Triunfo 1 (99% de share), que acabó ganado Rosa de España, a Bisbal y a Bustamante. Todavía tengo los pelos de punta.



Hoy viernes pone PSICOSIS, de Hitchcock.



El último cine de Garci es grimoso, pero hay que reconocer que tiene buen gusto y elíge las películas con tino. Ya saben, después hay coloquio.

2 de abril de 2009

QUE TE LO DIGO YO

Las nuevas tecnologías se han cargado las discusiones extralaborales. En España, sobre todo en Madrid, somos (más los hombres que las mujeres) muy aficionados a confrontar nuestros conocimientos en los ámbitos más diversos, a ser posible, a años luz de nuestra formación y/o trabajo. Así podemos encontrarnos a un camarero discutiendo con un fontanero sobre las capacidades reproductoras de los caracoles. Es lo que yo llamo síndrome del hacatelodiyo: hazme caso, te lo digo yo. Antes, estas disputas tipo pasapalabra popular podrían ocuparnos días, porque uno lanzaba pues lo mismo Jordan vuelve a ganar el séptimo anillo. ¿Cómo que séptimo? entraría el segundo en disputa. Que sí. Que no. Que fueron ocho. Que no, que fueron seis. Que tengo un primo que...que vi un documental donde...me compré una revista en la que...y como no había forma empírica de demostrar quien tenía la razón, la cosa quedaba ahí y cada uno, por su cuenta, buscaba la documentación para demostrar, de forma feaciente, que él, cuando dice algo, es porque es verdad. A todo esto, M.Jordan, su real majestad aérea, ganó 6 anillos de la NBA con los Chicago. Ahora, con las nuevas tecnologías, estas disputas, sobre todo para los que trabajamos en oficinas con ordenadores, carecen de glamour y de interés. Hay desgana. Si surge una duda en la comida, no se encienden las venas del cuello defendiendo tu idea, ¿para qué? en diez minutos subiremos al ordenador, teclearemos la disputa en google y la zanjaremos sin demasiada inversión emocional y energética. Incluso fuera del ordenador, las nuevas tecnologías se han cargado el espíritu discursivo del varón español medio. Ayer con un compañero de trabajo discutía sobre la velocidad a la que se podía ir por la M40, carretera que ambos utilizábamos para ir y volver a casa. Que si 100, que si 120. Bien, hoy tengo grabado en el móvil todas las señales de velocidad que me fui encontrando en el camino. Y sí, yo tenía razón, la velocidad máxima de la circunvalación es de 100 k/h...